6. Inicio de febrero

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Lucía

Estamos en inicio de febrero, muy cerca a mi cumpleaños y muy lejos de sentir alguna emoción o ganas de hacer algo.

Solo estaré con mis hermanos y mis amigos en Disney, quizá. Menos en casa... En casa no quiero estar para estas fechas.

Comienzo a parpadear con fuerza cuando siento que me sacuden, y de fondo escucho la voz de Esteban.

— Oh sí estás viva — me sonríe.

—¿Qué pasó? ¿Y de dónde sacaste tanta fuerza?

—Quería que me dijeras que tan bien me veo con mis nuevos polos. Hago ejercicio todos los fines de semana en las mañanas.

Nadie me deja meditar ni cinco minutos.

—Bueno, comienza.

Asiente y jala la orilla de su polo para terminar de quitárselo, tragué en seco al verlo... ¿Está tan bien formado? Es decir, tiene cara de un niño inocente pero si alguien lo ve de esta manera por primera vez, creería que es... Como un Archie.

O como el idiota de Erick.

Que horror, mi cabeza.

—¿Cómo me veo? — vuelvo a la realidad y lo encontré con un polo blanco con marcas celestes.

— ¿No crees que está muy pegado?

—¿Se ve mal?

—¿Te incómoda? — negó con su cabeza — Entonces está bien.

Sonrió dando unos saltitos.

¿Por qué quiere tanto mi aprobación? Solo debe vestirse como quiere y ya.

— Luci... ¿Estás aquí? — por un segundo sentí que todo se detuvo, esa voz... Esa asquerosa voz.

Un miedo invadió todo mi pecho, volteé a mirar a Esteban queriendo decirle que no me deje sola pero no podía, no me salía ninguna palabra.

—¿Quién es? — susurra Esteban.

— ¿Y tú quién eres? —pregunta ese señor de terno que está parado en mi puerta —¿Y qué haces en el cuarto de mi sobrina?

Habla, tienes que hablar, sino dirá cualquier cosa para que se vaya y él...

— Soy Esteban, su mejor amigo — respondió con recelo, es muy extraño por parte de él.

— Ah... ¿Ya acabaron su charla? Necesito hablar con mi sobrina.

No no no.

— Si está tratando de botarme, no lo va a lograr porque recién llego y estamos ocupados. De hecho tenemos muchas cosas pendientes — estira su mano esperando que le sujete, con miedo le agarré fuerte su mano, y él me sonríe — Vamos.

Me levanta de un jalón y me saca casi corriendo de mi habitación.

— Esteban espera, ya me canse — dije sin soltar su mano.

—¿Te quieres quedar? —negué rápido —No pensaba dejarte sola con ese señor, se ve muy raro y debo de cuidarte —explica ya saliendo de mi casa —¿Dónde quieres ir?

—Por mis hermanos, no deben estar en casa.

—Vamos por ellos, estemos en mi casa todo el día, no te pasará nada mientras yo esté contigo — sorpresivamente me abraza de lado, y lo más raro es que se lo permití.

—Gracias — Susurré.

—Cualquier cosa me puedes mandar un mensaje y yo apareceré lo más rápido posible en tu casa.

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