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Jungkook la llevó andando despacio, mientras la besaba, a una de las paredes de la habitación. Su instinto animal se había despertado y ya no podía parar.

La deseaba.

Quería besarla, sentirla junto a su pecho. Y con todas sus ansias, quiso hacerla suya.

—Para —le puso ella las dos manos en el pecho— no podemos hacer esto.

—¿No? ¿Estás segura?

—Lo estoy, no es el lugar ni el momento.

—Ok —soltó decepcionado. —Pero que sepas que te deseo. Han sido muchos los días que no hemos estado tan cerca —le susurró al oído y después bajó a su cuello y se lo besó.

Después se separó y la miró.

—Escúchame bien, jamás he sentido por nadie lo que siento cuando estoy a tu lado nena.

Ella asintió.

—Ni yo tampoco —le pasó las manos por la nuca y lo besó.

Jungkook insistió también en su beso. Y el calor corporal los llevó a seguir con las caricias que se daban.

Él la cogió con fuerza por los muslos y la alzó hasta tenerla contra su cintura con las piernas abiertas.

La apretaba a su erección, solo pensaba en estar dentro de ella. La pequeña riña que tuvieron hace un rato los llevó a la desesperación por tener sexo.

—Dime —jadeó Jungkook contra sus labios—. ¿Seguimos o lo dejamos aquí?

—No sé.

—Joder, vamos bien entonces, ya tienes algunas dudas por lo menos —la cogió de la nuca y la atrajo a su boca para volverla a besar como solo él sabía hacerlo. Se separó luego para respirar y la miró desesperado—. Si es por el lugar no me importa, ahora me da igual todo TN, sólo sé que te deseo y que es en lo único que puedo pensar. Maldita sea te aseguro que es verdad que es lo único que me viene a la cabeza en este momento —la besó de nuevo sin dejarla contestar, y allí mismo en la pared después de bajarla al suelo empezó a darle besos por el cuello y el mentón.

A su vez fue quitándole el pantalón corto y le el top.

La miró y su sonrisa se disparó.

—Eres la diosa que siempre estuve esperando nena.

Ella se ruborizó al instante.

Para que se callara porque le dió vergüenza se puso de puntillas y le dió un beso corto, bajó después a su mandíbula y la recorrió con más besos.

—Ya te lo dije el día que fuiste a Seul —susurró él presa de la lujuria— un día harás que muera. Dios...—la cogió de los hombros e hizo que lo mirara a los ojos para hablarle—. No puedes alejarte de mí, ¿entiendes?...me importa una mierda que sepan de tí, es más quiero que sepan que estoy contigo —le dijo totalmente convencido.

—Ya, ¿Y lo harás en un concierto, en un Vlive, o en un programa de televisión? —le dijo ella divertida.

—¿No me crees?

—No sabes lo que dices. Déjalo.

—Yo decido nena, yo decido mi vida, ya lo verás.

Y bajando con prisas el pantalón holgado y negro que llevaba puesto junto a su boxer, dejó ver la potencia astronómica que le salió disparada.

Cuando TN vio ese miembro tan despiadamente varonil y preparado para poseerla. Soltó una risita nerviosa.

—Que sepas que estás hiriendo mi ego —le dijo él con las cejas juntas.

ME ENAMORÉ DE UNA ARMY Donde viven las historias. Descúbrelo ahora