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Jin y Florencia corrían cogidos de la mano por el pasillo mientras la otra chica que se había agarrado a su cuello los seguía.

—¡Por aquí....ven! —abrió  Florencia una puerta que llevaba a un pequeño almacén donde se guardaban la mantelería, sábanas y toallas del hotel y cerró con furia.

Estaban a oscuras y ella dió contra la pared, mientras Jin la aprisionaba sin percatarse ninguno de la situación que tenían.

—¡Guauuuuu vaya! Por....favor —decía él casi sin resuello por la adrenalina que lo inundó, al insuflar aire porque se ahogaba por la carrera precipitada le vino el olor a rosas de ella. Su respiración se volvió más inquietante y se asustó un poco pero no dijo nada, sentía el cuerpo de una mujer cerca del suyo y la sensación lo preocupó.

—Me está.... —ella tragó desesperada el aire también— tocando el —tragó fuerte y terminó con un hilo de voz—.....el trasero.

—¡Oh! Dios mío —se separó él con un aspaviento —perdón no me di cuenta —se alejó andando hacia atrás y cayó encima de un montón de toallas — ¡Ah...joder!

—¡¿Qué ocurre?! ¿Qué le pasó? Conteste —no lo podía ver.

Una risa se escuchó, eran puras carcajadas, él reía y reía.

—¿Dónde está la maldita luz? —seguía ella diciendo palpando la pared, no veía nada.

—Espera te ayudo —se incorporó, puso sus manos hacia adelante y le tocó un pecho— ¿Ésto es? —se inquietó.

—¡Ahhhhh! —gritó ella y él volvió a caer.

—!Mierda! Perdona no te vi.....yo no...... —estaba avergonzado.

—!¿Dónde está la luz carancho?! —no pudo reprimir ella hablar en su idioma.

—Tranquilízate quédate ahí quieta —le dijo él mientras se incorporaba con miedo por no tocarla otra vez— extiende las manos por favor.

Los dos las extendieron y se tocaron al fin, las entrelazaron y un temblor recorrió sus cuerpos, lo ignoraron, ninguno dijo nada.

—Vamos andando despacio para dar con la pared ¿De acuerdo? —indicaba Jin.

—Vale, despacio —respondió ella tranquila de estar cogida a él.

Andaban despacio hasta que ella llegó con su espalda al sitio indicado.

—!Oh! Ya estoy.

—Siéntate en el suelo —le dijo él tranquilo y así lo hizo.

Luego la rodeó y se sentó él a su lado.

—Siento haber tocado tu cuerpo, yo no soy de esos —se disculpó de nuevo ante ella, estaba avergonzado, jamás haría una cosa así si no hubiera sido un accidente.

—No te preocupes, vamos a olvidarlo y empecemos de nuevo.....soy Florencia, la hija del dueño del hotel.

—Yo soy Jin, coreano de nacimiento y estoy aquí por trabajo, encantado de haberte conocido —se presentaron los dos, solo escuchaban sus voces pero el calor de sus cuerpos lo podían sentir ambos por la cercanía que tenían aunque no se rozaran siquiera.

—Encantada Jin, nuestros encuentros son accidentados ¿Eh? —rieron los dos.

Jin se sentía muy cómodo, nunca había estado tan cerca de una chica del modo en el que ahora se encontraba, encima no lo conocía de nada. Quiso saber cosas.

—¿Tienes novio?

—No, estoy estudiando y viajo mucho.

—¿Has ido a Corea alguna vez?

ME ENAMORÉ DE UNA ARMY Donde viven las historias. Descúbrelo ahora