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—Nam tiene que haber una solución —le hablaba Jungkook en una de las salas de música de la compañía.

—No les gustó nada del tema cuando hablé con ellos, me dijeron que bastante tienen con lo de Tae, que se está volviendo un problema muy gordo y que ya están pidiendo que haya un comunicado aclarando la situación —su amigo lo miraba serio—. Piensan que lo tuyo será mucho peor.

—No puedo abandonar a TN y menos a mi hija, ¿Cómo pretenden que haga eso? Ya son parte de mi vida y se merecen que las enseñe al mundo, que sepan que me he enamorado —se le saltaron las lágrimas— joder, no creo que mi hija sea algo malo...¿no?

Namjoon le tocó el hombro.

—Claro que no...pero quieren que TN y Bora se vayan al extranjero, que las visites allí de vez en cuando y que sigamos como si nada hubiera pasado.

Una punzada de dolor, rabia y furia lo atravesó, tensó su mandíbula y apretó sus manos.

—¿Me han dado un ultimátum?

—Sí...más bien es un mandato, si no lo cumples dicen que todos acabaremos pagando por tí.

—¿Cómo?

—Todos estamos contigo, lo hablé antes con los demás y dicen que si tienen que dejar el grupo lo harán —no podía permitir eso, ¿Cómo iba a arrastrar a todos al olvido después de la lucha que llevaban durante estos diez años?

—¿Qué hago Nam?

—No lo sé Jungkook, no lo sé, pero tal vez si les dices que vas a seguir aquí en Seul con ellas escondidas hasta que decidamos disolver el grupo será más fácil para todos —las palabras de Namjoon sabían a dulce y a amargo.

Las tendría en la sombra, fuera de la vista de todo el mundo, no podría disfrutar de la familia que había decidido tener como cualquier hombre.

—Voy a lanzar una pregunta —dijo convencido—. Lo haré como una suposición, a ver lo que las ARMYS dicen —lo había estado pensando en los últimos días—. Debo tantear el terreno.

—Me gusta, tal vez nos sorprendan con sus comentarios, será bueno para los siete saber si nos llegarían a odiar al enterarse que tenemos pareja —a su amigo le gustó la idea.

Se despidieron y Jungkook cogió su coche para ir a su apartamento, quería ver a su Bora, su princesa. Habían pasado semanas y ellas seguían en su vida, escondidas a los ojos de los demás pero, al menos, dentro de su mundo.

Llegó con alegría por la puerta, tenía una sorpresa para TN y otra para su niña.

—¡Ya estoy en casa! —siempre había estado solo entre esas cuatro paredes, y anunciar su llegada, era algo que lo tenía muy contento.

—Mira Bora... llegó papá —TN estaba de pie en el salón con ella en brazos.

Él se acercó y le dió un beso a cada una.

—Mira princesa lo que te trae papi —le enseñó a la pequeña un oso de peluche de color blanco.

—Es muy pequeña Jungkook, aún no puede agarrarlo.

—Da igual, le llenaré su habitación de muchos osos, para que cuando sea grande juegue con ellos y no se aburra... ¿Verdad Bora? Papá te comprará muuuuchas cosas.

—No. Espera...no quiero una niña malcriada, que te conozco —le puso mala cara ella.

Él miró divertido a su hija—. Tú no se lo cuentes a tu madre y asunto resuelto.

—Ay señor, lo que me espera con dos niños juntos —suspiró la pobre por saber cómo era de infantil a veces Jungkook.

En ese momento sonó el timbre de la puerta.

ME ENAMORÉ DE UNA ARMY Donde viven las historias. Descúbrelo ahora