71

856 58 3
                                    


—Entra.

—Gracias.

Una estaba tímida y el otro asustado, entraban por las puertas del apartamento de Yoongi. Nunca había estado Hiari en ese espacio tan personal, pocos entraban allí, él era muy celoso de su privacidad.

Ya tenía ganas de enseñar todo su mundo a la mujer de la que se había enamorado, era unos años más pequeña que él, solo cuatro en realidad, pero el aspecto angelical de aquella chica podía llevar a engaño, parecía más joven, más niña, y eso le encantaba a Suga. Lo hacía perder el norte, siempre le gustaba tener todo controlado, desde que su niñez se volvió dolorosa por no tener muchos recursos económicos y su juventud llena de episodios nerviosos y fobias que lo sumieron en oscuridad, se dió cuenta que aquella chica era su felicidad en éste momento. Llegó al lugar indicado.

Miraba Hiari absorta aquel apartamento enorme pero hogareño. Todo de color grisáceo y de paredes blancas.

Los muebles eran de corte serio, el piano que estaba en medio del gran salón la emocionó. Sabía que debía de tener uno, era un amante de los pianos, eso lo sabía todo el mundo, pero ella estaba allí viéndolo delante suya. Se sintió una privilegiada.

—Es precioso Yoongi —le dijo sonriendo y fue a tocarlo, pasó su mano por él despacio, la madera era oscura, estaba brillante y sin ninguna mota de polvo.

Él la contempló, estaba absorto en ella.

—Sí, es verdad es precioso —le soltó con voz ronca, esa que le salía algunas veces.

Ella lo miró, se volteó rápido, se tensó, tragó porque le erizó la piel.

Lo vio sonreírle y suspiró con el pecho contraído.

—Pero tú lo eres más nena —le siguió diciendo, llegó hasta ella y la tocó, despacio para no asustarla. Se acercó a sus labios y la besó tierno, no había prisas, amarla era lo que más deseaba en éste mundo, pero su primera vez tenía que ser especial.

Se separó después de haberla saboreado un instante y le salió un suspiro fuerte.

—Ven —le cogió la mano.

Iban agarrados, callados, asustados cada uno por una cosa, pero felices.

La sentó en el largo sofá de tela gris, la miró, le sonrió con una sonrisa especial. Una que pocos habían visto, pero que ella le arrancaba últimamente, y es que en definitiva era para ella y por ella que la tenía ahora.

—Dime, ¿Porqué así de pronto lo has decidido? ¿Por qué será conmigo?

—No sé —se sonrojó y bajó la mirada a sus manos.

—¡Eh! —le cogió él la barbilla— conmigo no tengas miedo, jamás, escúchame bien, jamás te haría daño ¿Entiendes?

Ella asintió y tragó otra vez.

—Quiero que tú seas el primero y el último en mi vida, eres para mí esa persona que cuando la encuentras, sin saber porqué sabes que será para siempre, pero tengo miedo....no lo puedo remediar —su inocencia no tenía que estar permitida, pensó Yoongi.

—¿Crees que tú tienes miedo bonita? Yo estoy temblando, mira —le cogió la mano y se la llevó a su corazón. Los golpes fuertes se podían escuchar en el otro lado de la ciudad, la miró con posesión—. Te amaré, seré tu primer hombre, será como tú quieres y aunque no sé si seré el único, haré siempre mi mejor esfuerzo para conseguirlo, para que nunca te separes de mí.

Ella emitió una risa de satisfacción al escucharlo y Yoongi resopló. Nunca había dicho una cosa como esa, ¡Madre mía! Lo que esa chica estaba consiguiendo hacer con él.

ME ENAMORÉ DE UNA ARMY Donde viven las historias. Descúbrelo ahora