CAPITULO 5 - LA FIESTA

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Faltaban un par de meses para Navidad, y la fecha para la fiesta de Mosley había llegado.

Caroline se estaba terminando de arreglar. Se estaba recogiendo el pelo y enroscándolo en un moño, apretándolo y asegurándolo con horquillas, dejándo el rostro completamente despejado.

Llevaba el rostro lavado, no acostumbraba a usar maquillaje. Su atuendo lo completaba un traje de pantalón y chaqueta en color negro, camisa blanca y corbata incluída. Llevaba unos gemelos plateados y unos zapatos de piel negros, con cordones.

Estaba colocándose el abrigo a punto de salir cuando llamaron a la puerta. Le extrañó bastante, y se acercó lentamente, con desconfianza.

-Soy yo, he venido a recogerte para la fiesta...-oyó al otro lado.

Era Thomas. Se acercó más tranquila y abrió la puerta.

-¿Ya estás lista?-preguntó él desde el otro lado del umbral.
-Sí, estaba a punto de salir...-dijo cogiendo unas llaves de un cuenco que había en el aparador.
-Vamos, iremos en mi coche...-dijo Thomas mientras Caroline cerraba su puerta con llave.
-Creo que prefiero ir en mi propio vehículo...-se opuso Caroline.

Thomas se quedó paralizado mientras que Caroline comenzó a bajar las escaleras. Thomas tardó sólo unos segundos en reaccionar y bajar tras ella.

-¿Tienes coche?-preguntó con curiosidad.
-Por supuesto, ¿Acaso piensa que debo depender de un hombre que me lleve y me traiga?-preguntó con tono desafiante.

Thomas sonrió casi sin darse cuenta.

-Deje de hacer eso...-dijo ella aproximándose a su vehículo.
-¿El qué?-preguntó Thomas confundido.
-Reírse de mí cada vez que digo algo...-contestó ella molesta montándose en su coche.

Thomas paró en seco mirándola.

-Bien, ¿Me lleva usted entonces?-preguntó inocentemente.
-No.-contestó Caroline sin dudar ni un sólo segundo.
-Ni se lo ha pensado...-está vez Thomas soltó una carcajada. La actitud de Carol le enfadaba y le divertía a partes iguales.

Caroline arrancó el motor y comenzó a moverse, cuando pareció recordar algo. Frenó y se asomó a decirle algo a Thomas, que parecía expectante.

-¿Dónde está Arthur?-preguntó con curiosidad, al ver que Thomas había venido sólo y su hermano no parecía estar por ninguna parte.
-Ya está en Londres...tenía que dejar mercancía en el río...unos barriles debajo del puente de Londres...-le explicó-.lo veremos directamente en la fiesta.-añadió.
-Entiendo...bueno, pues nos vemos allí Señor Shelby. ¡No llegue tarde!-dijo acelerando y dejando a Thomas boquiabierto en mitad de la calzada.

De entre un millón de posibilidades que pudiera haber imaginado Thomas que ocurriera esa noche, que lo dejaran abandonado en mitad de la calzada, era la última que se le habría ocurrido. Por suerte llevaba encima las llaves de su coche, así que caminó tranquilo hacia él para emprender el viaje.

Arthur había partido esa misma mañana con algunos hombres que tenía a su cargo. Gente de confianza que lo ayudaban a sacar adelante el negocio del opio. Llevaban unos barriles con doble fondo, en teoría con especias y otros alimentos de larga duración. Iban a hacer la entrega en cuanto empezara a oscurecer, que era pronto, tratándose de Inglaterra. Tendría tiempo de sobra para dejar la mercancía recoger el dinero y salir de allí a tiempo para acudir a la fiesta.

Thomas conducía por la carretera, sereno y tranquilo. Le gustaba conducir, y en parte, estaba contento por no haber compartido vehículo con Carol, pues le gustaba esos momentos de quietud y serenidad; y sabía que coincidir con ella conllevaría conversación, silencios incómodos y dolor de cabeza. Prefería estar él mismo con sus pensamientos, en silencio, y nada más.

Un Amor NocivoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora