CAPITULO 30 - SUBIENDO LA MORAL

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Thomas se quedó en el despacho durante unos segundos más. Se pasó las manos por el pelo mostrando frustración. Estaba enfadado consigo mismo. Vació el escritorio de una barrida con los brazos, en un arranque de ira.

-Tommy, ¿Va todo bien?-preguntó su hermano Arthur desde el umbral de la puerta.

Thomas se giró y respiró hondo, intentando recuperar la compostura.

-Sí, claro que sí, Arthur...venga, bajemos con los demás...estamos de celebración...-dijo saliendo del despacho y dirigiéndose a las escaleras.

Thomas bajó las escaleras seguido de Arthur. Oteó el horizonte. Veía muchas caras conocidas, pero no la de Carol. Evidentemente se había largado. Se acercó al mueble bar y se sirvió una copa de whisky que bebió de un sólo trago.

Tras unas cuantas copas más, cogió su chaqueta y su gorra para salir a la calle.

-Eh, Tommy, ¿Te vas?-le preguntó Arthur.
-Vuelvo en un par de horas Arthur....tengo que hacer algo...-le dijo. Y salió de su casa dejando allí a toda la troupe.

Mientras tanto, Caroline caminaba por las calles de Birmingham. Tuvo que caminar desde Small Heath hasta su apartamento, ya que a la ida había viajado en el coche de Thomas, junto al propio Thomas, Arthur y Shane.

No le importó caminar sola al anochecer, ya que era algo que siempre había disfrutado.

Estaba enfadada con Thomas por la forma en la que la había echado de su casa. No esperaba que acabara sucediendo algo así. Finalmente decide ceder ante la tentación y acaba ocurriendo eso... ¿En qué diablos estaba pensando?

Iba caminando sumergida en sus pensamientos, recapitulando lo acontecido, cuando en el camino se cruzó con una cabina telefónica. Debía ser una señal. Quizás debía terminar lo que empezó. Thomas Shelby no era alguien que mereciera que lo encubriera, se había dado cuenta de eso aquella misma noche. Se estaba jugando su carrera por unos estúpidos ojos azules. Decidió llamar, tenía que terminar con aquel sinsentido.

-¿Diga?-contestaron al otro lado.
-Sé lo que tienen planeado...-dijo impaciente por soltarlo todo.
-Cuénteme, Smith...-le animó el Inspector Davies.
-Los Marchetti tienen a hombres colocados en las fábricas de Lanchester...-le informó.
-¿La fábrica de repuestos de automóviles?-preguntó extrañado el inspector.
-Sí, eso es. Así es como consiguen distribuir sus armas por todo el país. Hacen uso de la sede central en Birmingham y de algunas otras fábricas fuera de la ciudad. Utilizan los envíos verídicos de piezas de coches para enmascarar sus armas y pasar desapercibidos ante la policía...-le explicó.
-Nadie registraría los envíos de mercancía de una empresa como la de los hermanos Lanchester...-empezó a entender Robert.
-Así es. Y ahora los Peaky Blinders piensan hacer lo mismo con sus envíos de opio...-le explicó Caroline.
-En una alianza con Marchetti...-concluyó Robert.
-Exactamente.-confirmó Carol.
-Lo que no saben, es que estaremos al tanto y que podremos pillarlos, y a los Marchetti también...-dijo él con entusiasmo.
-Todavía no sé cuándo harán el primer envío, pero te lo haré saber...sería imposible registrar todos los paquetes de los Lanchester, trabajan con un volumen elevado de envíos...-dijo ella.
-Y si lo hiciéramos igualmente los pondríamos alerta y quizás ni siquiera encontráramos nada...-supuso Robert-. Enhorabuena Carol, ha hecho usted un gran trabajo...-la felicitó. Pero aquellas buenas palabras sobre su trabajo no le hicieron tanta ilusión como hubiera esperado.
-Gracias Señor, volveré a llamar cuando sepa más.-dijo, y ambos dieron por finalizada la llamada.

Después de la llamada continuó su paseo hasta su apartamento. Cuando llegó, soltó su abrigo sobre la mesa del comedor, abrió el aparador y se sirvió una copa de vodka. Estaba segura de que esa noche no podría dormir.

Un Amor NocivoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora