Un Amor Nocivo

CAPITULO 4 - LA BANDA

Los días se fueron sucediendo uno tras otro, y Caroline daba vueltas por Birmingham de un sitio a otro, intentando conocer bien la ciudad. Pasaron días...incluso semanas...

Había alquilado la segunda planta en una casa familiar. Abajo vivía un matrimonio con tres hijos, y gracias a la cuota que Caroline les pagaba podrían vivir bien una temporada.
Era una bonita casa. Sentía un poco de lástima colándose en ella, pero también pensaba que les hacía un favor pagándoles por usar la planta superior, y al menos ganaban dinero de forma honrada.
Eso ya era mucho decir, tratándose de una ciudad como Birmingham.

Venía de hacer unas compras y entró en la casa. Subió las escaleras y, después de cerrar la puerta tras de sí, comenzó a sacar las cosas de la bolsa de papel que traía entre los brazos.

Al entrar se veía un concepto totalmente abierto. A la derecha una cama pequeña, una mesa con un par de sillas junto a un par de ventanas, y a la izquierda un mueble aparador y una nevera, que hacían las veces de cocina.

-No está decorado a mi estilo....pero no está mal...-escuchó Caroline mientras soltaba las bolsas de papel que traía entre los brazos sobre la mesa.

Se llevó la mano a la espalda, a la altura de la cintura y, con un ágil movimiento, sacó un arma que llevaba bajo la chaqueta escondida en la cinturilla del pantalón. Se giró rápidamente hacia el lado de la habitación de la cual provenía la voz, empuñando su arma sin parpadear. Una de las bolsas se volcó y unas manzanas rodaron de la mesa y golpearon el viejo suelo de madera al caer.

Suspiró al ver de quién se trataba y bajó lentamente el arma, dejándola sobre la mesa.

Thomas estaba apoyado contra la pared junto a su cama, observándola, envuelto en el más profundo silencio.

-¿Qué hace aquí? ¿Cómo ha entrado?-preguntó Caroline aún sobresaltada.
-No sabía que usara armas, Señorita Smith...-dijo Thomas sorprendido dando unos pasos y acercándose a ella.
-¡Podría haberle volado la cabeza! No me ha contestado...¿Qué hace aquí?-volvió a preguntar.
-No pensará usted que puede vivir en mi ciudad sin que yo lo sepa...tengo ojos y oídos en todas partes...-comentó Thomas.
-¿A qué ha venido?-insistió Caroline algo preocupada por el hecho de que pudieran colarse en su habitación con tanta facilidad.
-No se quite el abrigo...me acompañará...-comentó mientras se agachaba a recoger una de las manzanas del suelo y volviendo a colocarla sobre la mesa. Al levantarse quedó más cerca de Caroline de lo que había esperado. Tardó unos segundos en volver a arrancar.

-Llevo semanas esperando noticias suyas...así que ahora, yo marcaré los tiempos...-dijo caminando hacia la puerta-. Vamos, no tengo todo el día.- añadió mientras agarraba el pomo de la puerta y la abría.
-¿A dónde iremos?-preguntó ella con curiosidad caminando tras él; no sin antes recuperar su pistola y recolocarla en su vestimenta.

Thomas se giró para mirarla a la cara. Sus miradas se cruzaron y volvió a detenerse para observarla unos segundos antes de continuar hablando. Al verla allí de pie, con su traje de pantalón y chaqueta y ese sombrero....le recordabó a alguien que conoció muy bien. Se sacudió la idea de la cabeza antes de continuar hablando.

-Voy a reunirme con mi hermano Arthur...para que me informe sobre cómo van las cosas. Había pensado que quizás es hora de que conozca al resto de la banda...-le ofreció Thomas-...o lo que queda de ella...-añadió con un hilo de voz envuelto en nostalgia.

Ambos salieron del apartamento y bajaron las escaleras. Caroline intentaba seguir el paso ligero que marcaba Thomas. Al alcanzar la calzada, siguió caminando con decisión, casi como si hubiera olvidado que Caroline lo seguía.

Cada persona que se cruzaba en su camino dirigía una mirada de respeto o de miedo (no se distinguía bien) hacia Thomas, o un educado "buenos días, Señor Shelby". Sin duda, todos alrededor sabían quién era.
Pasar desapercibido en Birmingham no era algo que Thomas Shelby pudiera hacer.
Caroline apretó el paso intentando no quedarse atrás, y finalmente Thomas entró en un local de planta baja, que parecía ser un bar. Estaba vacío, a excepción de un hombre delgado y con bigote que se sentaba en una de las mesas.