CAPITULO 50 - UN FANTASMA

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A la mañana siguiente Caroline despertó en la cama. Finalmente había conseguido dormir algo, aunque aquella pesadilla hizo que le costara bastante volver a coger el sueño. La cama seguía vacía. Thomas no había subido a dormir en el dormitorio esa noche.

Se levantó y se aseó. Se puso unos pantalones y una blusa. Su antiguo atuendo estaba de vuelta. Se recogió el pelo en un moño, como solía hacer. En parte, lo echaba de menos.

Bajó las escaleras, y escuchó algo de ruido en el comedor. Se acercó con cautela, y vio a Thomas sentado a la mesa, desayunando.

-Buenos días...-susurró desde la entrada.
-Buenos días, ¿Te unes al desayuno?-le preguntó Thomas, aunque le sonó algo frío y apagado.
-No, gracias...no tengo hambre...-contestó ella. Y era cierto. Aquel mal sueño le había cerrado la boca del estómago.

Thomas torció el morro en un mal gesto.

-He oído que mañana hay una carrera importante...-comentó Carol intentando entablar conversación.
-¿Ah si? ¿Dónde?-le preguntó Thomas.
-Pues en el hipódromo, ¿Dónde sí no?-sonrió intentando hacerse la chistosa, pero Thomas seguía tan serio como antes.
-Me refería que a dónde lo habías oído...-aclaró.

Caroline se mantuvo en silencio durante unos segundos.

-La gente lo comentaba ayer en las calles...-dijo sin más
-La gente...-repitió Thomas con desgana, y se centró en su periódico.
-Estaría bien ir...hace mucho tiempo desde la última vez...-comentó.
-¿Por qué no vas sola?-le sugirió Thomas mordazmente.
-Puedo ir sola si así lo deseas...-contestó algo dolida-. Como quieres que te tenga al tanto de mis movimientos...tan sólo quería informarte...-se dio media vuelta y salió de la casa. Se fue al establo y ensilló a Diamond. Le apetecía montar un poco.

Thomas salió de la casa al tiempo que Caroline salía al galope sobre el lomo de su caballo. No pudo evitar observarla mientras se alejaba. Le recordaba un poco a sí mismo. Ella era más joven, así que en cierto modo entendía aquellos arranques impulsivos de ella, y aquella forma de pensar. Él mismo lo había vivido así.
Cerró la puerta de casa a sus espaldas y se marchó en el coche.

Llegando a la oficina le esperaban malas noticias. Los chicos estuvieron en el Barrio Chino el día anterior, sólo para descubrir que había alguien más en la ciudad distribuyendo la misma droga que ellos, sólo que a pequeña escala. Sin embargo, era lo suficiente para joderles las ventas.

-¿Y sabemos algo de quienes son?-preguntó Thomas intrigado.
-No lo sabemos, pero nuestros clientes han dejado de comprar, al parecer alguien más les vende...desde ya algún tiempo y a un precio más económico...-le informó Arthur.
-Nadie en su sano juicio le hace competencia a los Peaky Blinders...-murmuró Thomas.
-No si no quiere morir...-aclaró Arthur.
-¿De dónde sacan la droga? ¿La compran también a los Cheng?-preguntó Tommy.
-No lo sabemos, no hemos preguntado...-dijo Arthur.
-Bien, iré yo; y hablaré también con Billy Chang. Saben perfectamente que ese mercado en Birmingham es nuestro...si le venden a alguien que no somos nosotros, el problema lo tendremos con ellos...-comentó Thomas.
-¿Qué hacemos nosotros?-preguntó Arthur, manteniéndose a la espera de órdenes junto a John y a Shane.
-Salid a las calles, preguntad, alguien tiene que saber quiénes son los vendedores...-dijo Thomas.
-Nadie parece querer hablar...-apuntó John.
-Si no hablan tendremos que ayudarles a sacar las palabras....nuestros clientes deben saber que no pueden cambiar de proveedor así como así...creía que eso estaba más que claro a estas alturas...-comentó y caminó hacia su despacho.

Los chicos salieron a hacer su sondeo y hablar con con la gente de la calle. Los Peaky Blinders tenían sus informadores en los distintos barrios y sólo esperaban que alguno hubiera visto u oído alguna cosa.

Un Amor NocivoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora