CAPITULO 7 - LAS COSAS CLARAS

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Caroline conducía por la carretera, y hacía tiempo que había notado que el coche de Thomas la seguía. A pesar de su corta edad tenía experiencia de sobra, y sabía cuándo un coche la venía siguiendo. Sin embargo, estaba segura de que no sería Thomas en persona, ya que tenía demasiadas ganas de cruzarse con Mosley en la fiesta como para abandonarla sin más.

Probablemente se tratara de su hermano Arthur, que siempre intentaba complacer a Thomas en todo lo posible y parecía ser su perrito faldero.

Decidió parar en una cabina telefónica y hacer una llamada, y así de paso comprobar si realmente la estaban siguiendo como ella sospechaba.

-Lo tengo, pero Thomas me ha pillado dentro...-dijo repentinamente, en cuanto descolgaron al otro lado de la línea.
-Te dije que lo dejaras, había demasiados ojos sobre tí...-le regañó la voz masculina al otro lado.
-Lo sé, pero tenía que hacerlo, era una oportunidad de oro...-se excusó ella.
-¿Lo tienes contigo?-le preguntó.
-Sí...pero Arthur, el hermano, me ha seguido...-dijo girándose y viendo el coche de Thomas a lo lejos. Había dejado bastante distancia de por medio para despistar a cualquiera, pero no la suficiente para despistarla a ella.
-Bien, quédate ahí y espera, no hagas nada...si se acerca huye, de lo contrario permanece ahí todo el tiempo que sea necesario...llámame cuando estés a salvo...-
-Bien...-dijo ella antes de colgar.

Se volvió a subir en el coche y permaneció allí sentada tal y como le habían ordenado, durante tanto tiempo como fuera necesario. Arthur no se acercó, lo cuál prefirió porque no tenía ganas de comenzar una huída a toda velocidad...eso la pondría aún más nerviosa.

Cuando habían pasado casi tres horas, Arthur pareció darse por vencido y se marchó. Esperó algunos minutos más para asegurarse, y finalmente ella también encendió el motor y se largó de allí.

Llegó a Birmingham y lo primero que hizo fue recoger sus pertenencias del apartamento en el que se alojaba. No acumulaba demasiadas, pero pensó que sería mejor buscarse otro sitio donde alojarse, dadas las circunstancias.
Entonces recordó lo que Thomas le dijo el día que se coló en su alojamiento  "No creerás que puedes vivir en mi ciudad sin que yo lo sepa...tengo ojos y oídos por todas partes..."

Lo decía convencido, y tenía razón. Daría igual que recogiera sus cosas y se fuera a otro alojamiento; acabaría encontrándola. Birmingham estaba dominada por los Shelbys y sus leales, era casi imposible esconderse allí...más aún tratándose de una foránea.

Decidió volver a dejar todo en su lugar y le dió prioridad a buscar un buen escondite para lo que traía en el bolsillo de su chaqueta. Se fijó en la mesa que tenía frente a ella y recordó el día que Thomas se coló en su apartamento. Se sobresaltó de tal manera que al soltar las bolsas de la compra sobre la mesa, una de ellas volcó y las manzanas rodaron por el suelo. Una de ellas hizo un sonido fuerte al caer sobre el viejo suelo de madera. Sonó a hueco...

Se puso de rodillas sobre el suelo y empezó a inspeccionarlo. Una de las lamas parecía estar un poco suelta. Metió los dedos por el mínimo hueco disponible y empezó a tirar con fuerza, pero no conseguía levantarla. Se puso en pie y caminó hasta el aparador de su particular cocina, cogió un cuchillo y lo usó de palanca para forzar la madera hasta que consiguió levantarla.

Se puso en pie y buscó entre su ropa...

-Esto servirá...-se dijo a sí misma cogiendo un pañuelo de seda de color gris perla.

Envolvió lo que tenía entre manos con el pañuelo y lo metió en el hueco del suelo. Posteriormente volvió a colocar la lama, asegurándose de que quedara bien encajada.

Eso debería descansar allí durante una temporada, aunque no podía decir lo mismo de sí misma. Esa noche no pudo conciliar el sueño, no sabiendo que había estado en el despacho de Mosley hacía unas horas. No podría pegar ojo sabiendo que Thomas Shelby había mandado a su hermano Arthur a seguirla, sabiendo que la había pillado allí y que Thomas quería saber qué ocultaba. Cogió su pistola y se fue a la cama, dejándola bien agarrada con su mano derecha bajo la almohada. Esa noche dormiría con ella, ya que no sabía quién pudiera irrumpir en su habitación.

Un Amor NocivoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora