CAPITULO 57 - NIEVE EN VERANO

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Caroline condujo en la oscuridad de la noche, atravesando distintos barrios de Birmingham. Por algunos no se veía un alma, y por contra, en otros parecía haber vida. El tipo de vida que comienza cuando el sol se oculta en el horizonte.

A pesar de que había visto prácticamente de todo, e incluso había vivido muchas cosas horribles en sus propias carnes, no paraba de sorprenderse a veces ante ciertas escenas.

Llegó al Barrio Chino y paró el motor del coche. Agarró el volante con fuerza, como si quisiera aferrarse a algo que la detuviera.

-Yo te hubiera dado unos hijos preciosos....-escuchó decir. Miró al asiento del copiloto, y a pesar de que sabía que no podía ser real, vio a Jonas tan nítidamente que se le puso la piel de gallina.

Hijos preciosos...si hubiera llegado a quedarse embarazada de aquel monstruo, hubiera acabado con su propia vida antes de pasar por algo así. Recordó a Thomas y el espejismo que tenía frente a ella de Jonas se desvaneció. Era curioso que no temiera verse en esa misma situación con Thomas, a pesar de saber sobre la gran mayoría de atrocidades que Thomas había cometido. No era ningún santo, todos lo sabían, pero no le daba miedo. Quizás el hecho de que Thomas no quisiera tener más hijos contribuía a que la idea le resultara tan inocua.

Bajó del coche algo insegura, estaba muy oscuro y era muy tarde. Había unos cuantos hombres en la calle que la miraron con descaro, parecían estar bebidos o drogados. O quizás, ambas cosas.

Se adentró entre los callejones hasta llegar al negocio de Duke. Se detuvo ante la puerta sin saber muy bien si debía continuar adelante o alejarse de allí en ese momento. Un hombre salió del interior y chocó contra ella antes de continuar su camino. Aprovechó el momento, para sujetar la puerta antes de que se cerrara y entró en la casa. Al parecer, la decisión estaba tomada.

Caminó por el vestíbulo donde unos cuantos hombres merodeaban de un lado a otro. Se acercó hasta las escaleras, y al oír unos gritos giró instintivamente su cabeza hacia aquellos sonidos. Una puerta entreabierta a su izquierda, dejaba a la vista a una mujer a cuatro patas sobre la cama mientras que un hombre la agarraba y la penetraba desde atrás repetidas veces. Tragó saliva incómoda y se le aceleró el corazón.
Recordó algunas de las muchas veces que Jonas la había sometido de esa manera, pero no podía hacer nada para ayudar a aquella chica, pues después de todo, no podía olvidar que le pagaban por ello.

Subió las escaleras, aún dudando de su decisión. No estaba segura de si debía estar en un sitio como aquel a esas horas, pero sólo esperaba poder darle un descanso a su mente. Caminó por la segunda planta, donde volvió a ver las salas donde se encontraban fumando. El olor ya le llegaba ligeramente. Continuó por el pasillo hasta el despacho de Duke; ni siquiera sabía si estaría allí.

Golpeó la puerta y esperó, pero no obtuvo respuesta. Llevó su mano derecha al picaporte e intentó girarlo. No había ido hasta allí en mitad de la noche para nada. Sin embargo, la puerta parecía estar cerrada.

-Eh, ¿Qué haces ahí?-escuchó decir a alguien.
-Nada...yo sólo...estaba buscando a Duke...-explicó, y miró a aquel hombre que no parecía tener buen aspecto.
-¿Eres una de sus putas?-preguntó.
-No.-se limitó a decir, y entendió que estar allí no era una buena idea. Un escalofrío le recorrió el cuerpo al ver que aquel hombre se acercaba a ella.

Para su sorpresa, ese hombre resultó ser inofensivo, pues sólo le indicó que Duke había salido a divertirse a otro local. Le dijo la calle donde estaba y que el sitio se llamaba "Caradonna". Bajó rápidamente las escaleras y salió hasta su coche, aliviada de no haber tenido que pasar por ninguna situación desagradable.

Quizás aquello era una señal. Quizás debía volver a casa; y aún así, se encontró a sí misma frente a la entrada de aquel lugar en un abrir y cerrar de ojos.

Un Amor NocivoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora