CAPITULO 11 - VISITAS

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Caroline estaba en su apartamento limpiando su arma, cuando llamaron a la puerta. Eran más de las seis de la tarde, y no podía imaginar quién pudiera presentarse allí a esa hora. Soltó el trapo y el limpiapipas en la mesa y se acercó lentamente a la puerta.

-Caroline, soy yo, Thomas...-escuchó decir al otro lado. Y sin saber por qué su voz le produjo una sensación de alivio y satisfacción.

Abrió la puerta despacio, lo mínimo para asomar la cabeza.

-¿Qué haces aquí?-preguntó extrañada.
Thomas se limitó a sonreír.
-¿Eres siempre tan desconfiada?-preguntó extrañado.
-Lo cierto, es que sí...-admitió. Thomas volvió a sonreír.
-¿Puedo pasar?-preguntó inquieto, sin comprender por qué ella aún no le había abierto la puerta por completo.
-Sí, claro...-dijo soltando la puerta y caminando velozmente hasta la mesa. Cubrió el arma con el trapo y se giró para encarar a Thomas, que ya había cerrado la puerta tras de sí y se acercaba a ella.

-¿Estás mejor?-preguntó curiosa.
-¿A qué te refieres?-preguntó él confuso.
-Pues no sé...por ejemplo... ¿a el corte en el brazo? ¿a tu pómulo? ¿tu ceja partida?-preguntó con sarcasmo, no podía creer que Thomas no supiera a qué se refería, cuando aquella misma mañana le había estado cosiendo las heridas allí mismo.
-Oh, ahora mismo apenas lo siento...-contestó fríamente.

Caroline ennarcó las cejas sorprendida, quedando petrificada ante esa aparente insensibilidad. Thomas Shelby era un hombre, cuanto menos, peculiar.

Thomas se acercó a la mesa y, sin dudarlo un segundo, agarró el trapo y destapó el arma. Caroline intentó interponerse, pero ya era demasiado tarde.

-Bonito revolver...-observó Thomas. Lo cogió y lo miró de cerca-. Te gustan las armas...ya veo que la tienes bien cuidada...-comentó.
-Siempre hay que mantener las armas limpias y preparadas...por lo que pueda pasar...-dijo cogiéndola de entre las manos de Thomas y volviendo a dejarla sobre la mesa.
-Una Webley... has elegido un buen revolver, tiene gran potencia, y buen alcance...-apuntó Thomas.
-Sí...-se limitó a decir Caroline, pero rápidamente se apoderó de ella el silencio.
-Es un modelo más moderno al que conocí...-continuó Thomas.
Caroline levantó la mirada, pero decidió no decir nada.
-Yo tuve una...durante la guerra...una Webley, todos usábamos este tipo de revolver en el ejército inglés...pero creo recordar que era más pesada y que el cañón era algo más largo...-dijo.

Caroline quedó sorprendida por todos los detalles que Thomas había podido apreciar en tan poco tiempo. Era un hombre observador.

-Efectivamente es un nuevo modelo...tiene el cañón más corto, y es de calibre 38...su alcance es de hasta 200 metros...-le explicó ella, y Thomas la escuchó atentamente, maravillado al oírla hablar del revolver. Sus miradas se cruzaron y Caroline notó que su pulso se aceleraba, algo que no podía permitir-. ¿A qué has venido Tommy?-preguntó cambiando de tema.
-He venido a traerte lo que te prometí.-dijo soltando una bolsa de tela sobre la mesa.

Hasta entonces Carol ni siquiera se había percatado de que Thomas trajera nada consigo. Frunció el ceño, totalmente extrañada.

-Vamos, abre la bolsa...-la animó Thomas.

Ella obedeció y abrió la bolsa, asomando su cabeza al interior. Metió la mano y sacó un fajo de billetes ribeteados con una tira de papel blanco. Dentro de la bolsa había muchos más como ese.

-¿Qué es esto?-preguntó confundida.
-Tu mitad, quinientas mil libras...-le explicó Thomas.
Caroline rió nerviosamente.
-No. No puedo aceptarlo...-dijo metiendo el dinero en la bolsa.
-Claro que sí...tómalo, es tuyo...-le dijo él.
-No.-se limitó a decir-. Llévatelo, por favor...-dijo agarrando la bolsa y poniéndosela a Thomas sobre el pecho con fuerza.
-Auuu....-se quejó por el golpe, ya que el hematoma del costado estaba cerca.
-Pensaba que ya no te dolía...-bromeó ella caminando por su apartamento hacia la cocina. Sacó la tetera, la llenó de agua y la colocó en el fuego.
-¿Estás rechazando quinientas mil libras?-preguntó Thomas totalmente divertido por la situación.
-Eso es...-contestó ella.
-¿Y quién hace eso?-preguntó confuso.
-Yo...-contestó mofánsose-. No necesito dinero...-explicó.
-Bueno...-dijo Thomas abriendo los brazos y girando sobre sí mismo, dándole un vistazo al apartamento-...podrías buscarte un sitio mejor en el que alojarte...-añadió.
-Aquí estoy bien...no quiero dinero de las apuestas...yo no juego...-dijo.
-Pero yo sí jugué, y gané gracias a tí...te mereces parte del premio...-insistió Thomas.
-No. Y es mi última palabra.-sentenció ella.

Thomas se sentía profundamente ofendido por el rechazo de Caroline a aceptar su parte del dinero, pero por otra parte volvía a estar maravillado con ella ¿Qué mujer rechaza quinientas mil libras?
Se sentó en una de las sillas, dándose por vencido.

-Bueno, al menos, me invitarás a una taza de té, ¿No?-dijo totalmente abatido.
Caroline lo miró y no pudo evitar sonreír.
-También tengo whisky...-dijo.
-Oh, vaya, la última vez no tenías...-recordó Thomas.
-Bueno, decidí que quizás debería tener una botella para las visitas...-dijo abriendo una de las puertas del aparador y sacando una botella de whisky y otra de vodka. Se acercó a la mesa a soltarlas y volvió al mueble a por un par de vasos-. Aunque nunca pensé que me visitaría nadie...-bromeó mientras vertía el dorado contenido de la botella en el vaso frente a Thomas. A continuación se sirvió un vaso de vodka. Se sentó en la otra silla y le dio un sorbo a su vodka.

-¿Qué tal con Marchetti?-se atrevió a preguntar. Thomas levantó la mirada de su vaso de whisky para mirarla firmemente. Estaba sorprendido de que supiera que había ido a ver a Marchetti.
-¿Cómo sabes que fui a hablar con Marchetti?-preguntó y empezó a ponerse algo más tenso.
-Bueno, dijeron que los italianos fueron los que os dieron la paliza...y tú fuiste a arreglar las cosas por tu cuenta...así que imagino que fuiste a hablar con el cabecilla de la banda...-explicó ella sin darle mucha importancia.
-Todo solucionado...-fue todo lo que dijo Thomas antes de darle otro sorbo al whisky.
-Entiendo...¿Y quién robó las armas?-preguntó ella actuando como si realmente no tuviera ni idea.
-No lo sabemos...-contestó Thomas mostrándose algo incómodo-. Me interesa más saber qué pasa con Mosley...-intervino Thomas dándole un giro a la conversación.
-¿Qué pasa con ese hijo de puta?-preguntó Caroline.
Thomas rió por acto reflejo, no imaginaba a Caroline hablando así.
-¿Cuándo vamos a deshacernos de ese hijo de puta?-preguntó Thomas yendo al grano.
-Aún no...-contestó Caroline terminando de un trago su vodka y volviendo a rellenar su vaso. Miró a Thomas sin inmutarse, mientras Thomas le devolvía la mirada desafiante.
-¿Cuándo?-preguntó impaciente.
-Te acaban de dar una paliza...no podrías enfrentarte a él ni aunque lo tuvieras delante...-se sinceró Caroline, pero a Thomas no le hizo tanta gracia que le hablara así; sin embargo, sabía que ella tenía razón, así que se mantuvo en silencio-. Jonas llegará a Londres mañana...así que tendré que irme de Birmingham durante un par de días...para reunirme con él...-explicó con un nudo en la garganta.

Thomas notó que no le agradaba el hecho de tener que reunirse con su jefe, aunque no entendía en absoluto por qué.

-Cuando él de luz verde podremos quitarnos a Mosley de en medio...-añadió pensativa. Parecía haberse quedado con la mente anclada en alguna otra cosa. Thomas notó que ella no estaba del todo cómoda, así que decidió que ya era hora de marcharse.

-Bueno, creo que es hora de irme...es tarde...-dijo poniéndose en pie-. Gracias por el trago...-añadió.
-No hay de qué...-contestó ella. Thomas agarró la bolsa de tela y caminó hacia la puerta, mientras Caroline permaneció sentada en su silla.
-Buenas noches, Caroline...-dijo buscando su mirada, pero ella tenía la mirada fija en su vaso de vodka.
-Buenas noches...-apenas alcanzó a decir, y Thomas abandonó el apartamento llevándose un regusto agridulce tras su visita.


Un Amor NocivoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora