CAPITULO 42 - LLUVIA DE BALAS

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Aquella noche de Navidad, después de muchos años, Caroline no estuvo sola. Finalmente tuvo a alguien con quien compartir una fecha así, aunque nunca hubiera imaginado que ese alguien sería alguien como Thomas Shelby.

Lo observó mientras dormía junto a ella en la cama. ¿Cómo alguien a quien llamaban "diablo" podía tener un aspecto tan angelical?

Se giró sobre sí misma y quedó boca-arriba, fijando su mirada al techo. ¿Qué iba a hacer ahora? No pudo dormir demasiado, pensando en que en pocos días todo habría acabado, y no volvería a ver a Thomas.

Thomas se movió un poco y ella giró la cara para mirarlo nuevamente. Estaba arrugando el entrecejo y parecía angustiado. Probablemente estaría soñando algo.

-Grace...-susurró al tiempo que se revolvía.

Escuchar aquello dejó a Caroline helada. ¿Estaba soñando con otra mujer? Si su ex-mujer se llamaba Lizzie, y según la historia que le contó Arthur en la fiesta, su difunta hija se llamaba Ruby... ¿Quién era Grace? Lo miró fijamente y pareció calmarse, pues ya no volvió a moverse. Ella se giró una vez más para continuar mirando al techo e intentó conciliar el sueño, pero le resultó muy difícil después de aquello.

A la mañana siguiente, se levantó antes que él y preparó el desayuno. Poco después, él se acercó a la mesa con una sonrisa y la besó en los labios antes de darle un mordisco a una de las tostadas.

-¡Eh! Al menos siéntate antes de empezar a comer...-le regañó con tono juguetón.
-¿Sabes? Podría acostumbrarme a muchas mañanas así...-le dijo Thomas, y el corazón de Caroline comenzó a latir con fuerza al escuchar aquello. Ella también podía imaginarlo, pero no eran más que eso...ilusiones...

Ella se limitó a sonreír y tomó asiento, al tiempo que Thomas se sentaba junto a ella. La verdad es que ella también podría acostumbrarse a más mañanas como aquella. Las dudas la invadieron, y no supo si debía preguntarle por aquel sueño que había tenido la noche anterior o si debía mencionar el nombre de Grace...

-Aunque cada vez que me acostumbro a algo así, ocurre algo que lo estropea...-dijo él, y le dio un sorbo a su té. Caroline quedó de piedra.
-¿Por qué dices eso?-preguntó nerviosa.
-Ya te lo dije...estoy maldito...-bromeó, aunque era algo que él realmente pensaba.

Caroline intentó reirle la broma, pero le resultó complicado.

Una vez terminaron de desayunar, Thomas se despidió y fue a buscar a sus hombres, tenía que organizarlo todo para partir a Liverpool al día siguiente. Caroline quedó sola en el apartamento, y comenzó a recoger sus cosas. Sacó la maleta marrón de piel y la abrió sobre la cama. Comenzó a guardar su ropa, sus zapatos, sus complementos...recogió todas sus cosas. Todas las que tenía allí, que no eran muchas. Su paso por Birmingham cabía en una simple maleta rectangular. Por último, comprobó que su arma estuviera cargada y la puso en la cinturilla de su pantalón.

Cogió su maleta y caminó hacia la puerta. Miró hacia el interior de aquella estancia una vez más antes de salir. Con mucha probabilidad, aquella sería la última vez que vería aquel lugar.

No pudo evitar sentir cierta tristeza, pues había vivido muchas cosas allí. Cerró la puerta y se detuvo en el rellano, recordando las veces que Thomas había aparecido allí para verla...como la vez en la que estaba herido y tuvo que ayudarlo a entrar y curarle las heridas. Sonrió levemente al recordarlo, y al recordar lo nerviosa que estuvo cuando le abrió la camisa.

Suspiró con fuerza. A estas alturas, ya sólo quería llegar a Liverpool y terminar con todo aquello.

Condujo hasta la casa de Thomas, donde él ya estaba también preparado para salir. Llevaba su abrigo largo, los guantes y su gorra.

Un Amor NocivoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora