CAPITULO 17 - ROBERT DAVIES

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Arthur y Paul hacían su ronda en las oficinas Shelby. Thomas llegó algo más tarde de lo habitual, eran casi las diez de la mañana. Saludó a Shane al entrar y a Arthur y a Paul en el recibidor, con un gesto con el periódico que llevaba entre las manos.

-¡Buenos días!-añadió, caminando directo a contabilidad.

Abrió la puerta y entró. Volvió a salir casi inmediatamente al ver que Caroline no estaba allí.

-Arthur, Paul, ¿Ha salido Caroline?-preguntó curioso.
-No Tommy, hoy no ha venido todavía...-le contestó Paul.

A Thomas le pareció bastante extraño, ya que Caroline solía madrugar, y normalmente cuando él llegaba, ella ya estaba allí. Caminó hacia su hermano y se detuvo junto a él. Sacó el reloj de su bolsillo y lo abrió. Tras echar un vistazo a la hora, volvió a cerrarlo y a guardarlo en el bolsillo de su chaleco.

-Son casi las diez...-murmuró.
-Seguirá enfadada por lo de ayer...-opinó Paul.
-Puede ser...-comentó Thomas colocándose el periódico bajo el brazo y caminando hacia la puerta-.Iré a ver si está bien...-añadió y comenzó a alejarse de ellos, saliendo por la puerta principal.

Cuando ya se había alejado un poco, escuchó que Arthur lo llamaba desde la puerta.

-¡Oye Tommy, recuerda: con pantalones y todo!-bromeó, haciendo referencia a la conversación del día anterior en el Garrison.

Thomas se giró y rió por un segundo.

-¡Cállate Arthur!-contestó antes de volver a girarse y caminar hacia el apartamento de Carol.

Se había despertado de buen humor. El día anterior había sido divertido, sin preocupaciones, bebiendo con sus amigos y hermano, como un hombre cualquiera. Como si no fuera el gran Thomas Shelby.

Subió las escaleras alegre, y golpeó la puerta al llegar al rellano. Esperó un momento antes de volver a hacerlo, pero seguía sin haber respuesta.

-¿Caroline?-preguntó acercando su boca a la puerta.

Su cara dejó de estar tan alegre y una expresión de extrañeza ocupó su lugar. Volvió a llamar una vez más antes de darse por vencido y bajar nuevamente a la calle.

No estaba allí, quizás tenía otros asuntos que atender; después de todo, ya advirtió a Thomas que sólo acudiría a la oficina si no la ocupaban otras tareas. Esperaba que fuera eso, y no que siguiera aún enfadada por lo del día anterior.

Volvió a la oficina y se llevó a Arthur a ver las carreras de caballos. Hicieron un par de apuestas pero acabaron haciendo una bola de papel con sus resguardos al finalizar y ver que no habían ganado ni una puñetera libra. El caballo favorito había acabado en último lugar... menudo fiasco.

Se levantaron y caminaron hacia el Garrison, a tomar unas copas. Las penas con whisky, son menos penas...

-Adelántate Arthur, tengo algo que hacer...-le dijo Thomas.

Arthur obedeció sin rechistar, tan fielmente como de costumbre. Thomas decidió desviarse y parar nuevamente por el apartamento de Carol, quizás ya hubiera regresado...

Repitió cada paso, como ya había hecho esa misma mañana. Golpeó la puerta, esperó, la llamó por su nombre, volvió a esperar...golpeó una vez más...pero nada. Le pareció extraño, ya que siempre le había resultado fácil localizarla allí.

Tuvo un mal presentimiento al recordar el estado en el que Caroline había llegado a la oficina el día anterior...delgada, pálida, con vómitos...
Caminó unos pasos atrás para coger impulso y golpear la puerta con su hombro. Tuvo que repetirlo varias ocasiones antes de conseguir abrirla. Caminó al interior y echó un vistazo. Ni en la cama, ni en la cocina...tampoco en el baño: Carol no estaba allí.

Un Amor NocivoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora