CAPITULO 48 - DECIDIDA

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Caroline salió del dormitorio y bajó las escaleras.

-Caroline....-la llamó Thomas, pero ella hizo caso omiso-. ¡Caroline!-volvió a nombrarla con insistencia y bajó las escaleras tras ella.

Ella se encontraba ya en la puerta principal colocándose su abrigo y dispuesta a salir. Así lo hizo, y después de atravesar el umbral de la puerta dio un fuerte portazo.

Thomas se llevó los dedos a los ojos, los cuales cerró mientras tomaba aire e intentaba aclarar las ideas. Aquello estaba siendo más complicado de lo que pensaba.

Salió tras ella, que parecía dirigirse a la parte trasera de la casa...probablemente a los establos. Al entrar la vio acariciar a Diamond como si nada más existiera en el mundo.

-Caroline...-había perdido la cuenta de las veces que la había llamado sin obtener respuesta.

Ella cogió una silla de montar y caminó hacia el caballo.

-¿Puedo montar?-le preguntó a Thomas.

Él no podía creer que realmente le estuviera preguntando. Después de salir tan airada del dormitorio y de no contestarle ni una sola vez al dirigirse a ella, de salir de la casa de aquella manera...¿Ahora le pedía permiso para montar?

-Puedes hacer lo que te plazca, después de todo, es tu caballo...-decidió decirle Thomas, después de pensar su respuesta durante unos segundos.

Caroline permaneció en silencio y terminó de ensillar al animal, se subió sobre la montura.

Tras darle unos golpecitos con el talón en el costado al caballo, salió de allí al galope, bajo la atónita mirada de Thomas.

Estaba confusa, y sabía que la estaba pagando con Thomas, ¿Pero con quién más podía descargar sus emociones? ¿Acaso tenía a alguien más en este mundo? Galopó sintiendo el viento contra su cara, mientras su cabello hondeaba tras de sí. Era esa sensación la que le estaba dando vida. La sensación de libertad, de ser dueña de sus actos, de dirigir la velocidad y el trayecto, de ser ella quien llevara las riendas. Eso era lo que ansiaba. Su vida se había desmoronado, y necesitaba buscarle algún sentido, una nueva finalidad. Quería ayudar a Thomas a terminar con Mosley, ¿Tan malo era eso? ¿Acaso Thomas no entendía cómo se sentía?

Tiró de las riendas haciendo que Diamond se detuviera, se había alejado demasiado de la casa y pronto comenzaría a atardecer. Iba a decidir por sí misma le gustará a Thomas o no le gustara. Miró a su alrededor y no pudo evitar pensar que aquel paisaje era precioso.

La casa de Thomas estaba en mitad de ninguna parte, pero aquello era tan bonito...que deseó poder vivir siempre en un lugar así. Deseó poder ir siempre a montar por aquellos campos. Por un segundo, se imaginó paseando con Thomas por allí al atardecer, mirando el reflejo del sol en sus hermoso ojos azules... pero sacudió aquella idea de su cabeza tan pronto le vino. No podía permitirse fantasear. No en ese momento. Tenía otros asuntos de los que ocuparse.

Dio un fuerte jalón de las riendas y el caballo se dio media vuelta para regresar a casa. La vuelta fue a trote, y pudo disfrutar el trayecto. Respiró hondo y se sintió tranquila. Aquel tiempo en soledad consigo misma, le ayudó a relajarse. Diamond fue una gran compañera de viaje, le transmitía paz y serenidad.

Regresó a los establos cuando ya estaba anocheciendo. Notó que faltaba el otro caballo, pero continuó con su tarea de desensillar a Diamond y dejarla bien resguardada. Le puso agua, que el caballo comenzó a beber de inmediato y la cepilló un poco. Era un caballo precioso. Recordó aquel día en las carreras, cuando le sugirió a Thomas que apostara por ella. Aún no podía creer que Thomas le hiciera caso sin más, ni que reclamara el caballo, y menos aún, que se lo hubiera regalado a ella...

Un Amor NocivoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora