25- La pesadilla

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Los rayos del sol entraban por la ventana, haciendo que Koi despertara en su habitación.
Los pájaros cantaban, las flores se abrían, y sus hermanos ya estaban gritando desde tan temprano.

-Que te dije de quitarme mis cosas?!- gritó Uchū a su hermana pequeña mientras la quitaba de las manos el mando de su nave.

-Vamos! Ya te pedí la nave y no me la diste!- se quejó Seiun.

-Tienes las tuya! Para que necesitas la mia?!-

-La mía se averió!-

-De hecho, esa nave es mía- Ruumi, el hermano mayor de todos ellos, apareció en escena, quitando el mando a los dos.

-Pero tu me la diste!- se quejó Uchū.

-Te la presté, no es lo mismo-

Uchū se cruzó de brazos como un niño pequeño a pesar de tener ya 1300 años. Seiun se burló de él.

-Seiun, Tara quiere que vayas con ella a elegir un vestido. Cosas de mujeres, supongo- anunció Ruumi.

-Si! Día de chicas! Menos mal que tengo una maravillosa hermana- se alegró la diosa, mientras se marchaba.

Koi decidió salir de su cuarto para saludar a sus hermanos, y si había suerte veía a sus padres.

Se vistió con su camisa morada favorita, cinturón rosa, pantalones por la rodilla negros y botas altas azules. No se olvidó de ponerse la horquilla con forma de estrella blanca que su hermana mayor Tara le regaló cuando apenas tenía 200 años.

Salió de su cuarto y recorrió el palacio de cuarzo hasta llegar al piso inferior, llegando a la entrada de los jardínes donde sabía que sus hermanos estaban. Corrió a saludarlos como todo hermano pequeño haría al ver a sus familiares, abrazando a Uchū.

-Buenos días!- exclamó feliz mientras abrazaba a su hermano.

-Agh, ya fue suficiente contacto por hoy- Uchū empujó con demasiada fuerza al pequeño dios- Porque no te vas con Tara un rato?-

-Ella no se va con Seiun de compras?- preguntó inocentemente un joven Koi.

-Tampoco es que haya demasiada diferencia entre tu y ellas- exclamó Ruumi, sonando más mezquino de lo que debería- Voy a cumplir con mis deberes de próximo rey, nos vemos luego-

-No me dejes con él!- gritó Uchū. Ruumi no le prestó atención y se marchó.

Ambos hermanos se quedaron en un silencio incómodo.

-Que hacemos ahora?- preguntó Koi al ser demasiado el silencio.

Uchū no dijo nada y se fue, dejándole solo en mitad del jardín.

-Oh, ok...- dijo un poco desanimado, no era la primera vez que le hacían eso, así que estaba más acostumbrado de lo que admitía normalmente.

Pasó el día él solo, practicando su magia, leyendo, estudiando, aprendiendo, y haciendo travesuras. En el palacio no estaban ni sus padres ni sus hermanos, así que podía hacer lo que quisiera sin que le pillasen.
Se balanceó entre los árboles colgando de ellos ropa de sus hermanos que las sirvientas habían tendido después de lavarlas, dejándolas a la vista de todo aquel que tuviera vistas al jardín. También decidió apagar y encender constantemente todas las velas del palacio, apagándolas con fuertes vientos que hacía que los sirvientes cayeran al suelo y encendiendolas con ráfagas de fuego que prendian fuego a cualquier cosa que se cruzara en su camino.

La Galaxia Del DiosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora