Era la primera semana de junio, y la mayor parte de los estudiantes se había reunido entre los pasillos, y las salas a hablar de las vacaciones de fin de año que se aproximaban antes de que iniciaran las clases con sus cuadernos sujetos a sus manos y apegados al pecho.
La felicidad de poder reunirse después de meses de visitas cortas y cartas esporádicas con sus familias se respiraba en cada espacio. Sin embargo, este sentimiento no era igual para dos estudiantes. Mucho antes de que la penúltima clase de pociones empezara, un joven de cabello corto y castaño revolvió un poco la tranquilidad entre los pasillos.
-Permiso, permiso. Debo pasar. - repercutió la voz varonil y serena del muchacho alto, delgado y vivaracho que intentaba abrirse paso mientras aludía a los compañeros con su mano, rápidamente. No era de extrañarse que al ver al joven voltearan a verle por la insignia o la vivaz mirada en sus ojos azules.
Ya venía unos pocos minutos de atraso por todo el tumulto de gente que había encontrado en los pasillos. Al llegar al fin a la biblioteca, se dio cuenta de que estaba completamente vacía; eran solo dos jóvenes los que sentaron a ocupar una mesa.
Buscó a la distancia entre los pasillos, hasta que vio la cabeza negra moviéndose distraídamente en dirección a los grandes estantes que tenía en frente y sus cuadernos. Albus sonrió al fin verlo y se le acercó silenciosamente hasta que el joven más bajo finalmente notó la atención errante de su compañero.
-Perdóname por el retraso, Elphias- se disculpó de inmediato y dejó los libros en fila descansar. - Tenemos poco tiempo para ingresar a la última clase.
-Descuida, Albus. Has tenido mucho que hacer - respondió su compañero negando con la cabeza. - Eres el Premio Anual y es normal, yo ya me adelanté a buscar un poco ayer de lo que hablamos-
Sus pupilas se deleitaron y chasqueó los labios para ubicarse a su lado y mirar sobre el cuaderno.
-Esta es Roma y por aquí está Egipto. Una hermosa ciudad muggle con unas historias y reliquias interesantes. Todo está en el libro... y Egipto aún tiene algunos tesoros ocultos por los duendes.
- ¿Estamos seguros de que queremos ir a muggle-Roma? En esta época del año estaríamos lidiando con todo el turismo y sus encantos hacen mucho.
De solo pensar en los muggles le venía a la mente su niña, y su madre que estaban seguramente en casa en estos momentos a tan solo una semana para recibirle en su regreso a casa. Seguramente su viaje le afectaría a ellas más que a él, pero durante esas semanas solamente estaban completando los últimos detalles.
Al fin, dentro de unas semanas sería libre y haría realidad su sueño y comenzaría su viaje para saciarse de conocimientos.
-¿Estabas escuchando una palabra que estaba diciendo, Albus?
La voz de su amigo resonó en su cabeza de pronto y lo hizo regresar en si nuevamente. Afiló los ojos y luego centelleó mientras sonreía a su amigo: -Mis disculpas Elphias, estaba perdido en sueños. Me siento muy feliz de ya iniciar esta aventura.
-Bueno, quiero que prestes atención aquí, ¡me sentí como Binns por un momento!
Ambos jóvenes compartieron una risa por el chiste interno.
-Todavía esto es bastante importante-dijo Elphias- ¡hemos estado planeando este viaje al extranjero todo el año y el año pasado! ¡Esta es nuestra última oportunidad de finalizar los planes antes de irnos en unas semanas!
La convicción de sus palabras le contagiaban del sentimiento aventurero, pero creía que al contrario de él, Elphias estaba más preocupado.
-¡Tonterías, Elphias!, ¿Qué sentido tiene ir a este viaje si no vamos a divertirnos un poco espontáneamente? Después de frotarnos las narices crudas en nuestros libros durante los últimos años, ¡es nuestro momento de vivir un poco! Será una aventura inolvidable, Elphias, no te arruines la cabeza con nubes antes de tiempo.
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Los Secretos de Dumbledore
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