Los Secretos de Dumbledore

Capitulo 3.14

Albus jamás se había enamorado, ya que no le encontraba gran utilidad con tantas cosas por hacer. Había tenido fugaces, por supuesto; romances que no se alejaban más de unas miradas, suaves caricias y palabras dulces prometiendo el universo. Sin embargo, jamás nadie había tocado su alma de una manera tan intensa para quedarse y ocupar un lugar importante.

Desde muy joven sabia controlar muy bien sus emociones y sus acciones, por qué apenas  él había captado su interés, supo que era un sentimiento diferente. Pensar en Gellert le invadía una emoción de infinita felicidad muy especial, y de torpeza que nunca esperó.

Era todo lo que había esperado y deseado sin buscarlo, y saber que ambos se tenían era el honor más grande.

Era un amor real.  Amaba por completo cada una de sus cualidades, e incluso la rebeldía con la que respondía a cada desacuerdo, que su belleza exterior sólo era un extra a lo encantador que le resultaba.

Era una mente brillante, como él.  Él despertaba en su interior toda la oscuridad, todo el afán, que siempre sabía que había existido pero que, por miedo a sí mismo, por miedo a su potencial, nunca se había atrevido a desenterrar, hasta ahora.

Sentía que ambos se conocían y complementaban como nadie, y estaba seguro que aunque tuvieran una amistad, él también dentro de poco se daría cuenta lo mucho que tenían en común.

Su forma de amarlo era completamente libre e intensa. Si él estaba a su lado no existía más el miedo a arriesgarlo todo.
No obstante, jamás esperaría que el destino fuera absurdo que simplemente ocurrió. No era lo que deseaba, pero su inocencia murió cuando Gellert tomó su corazón y después lo abandono. Ni siquiera una cascada de lágrimas basto para salvarlo, como tampoco renegar de sus sentimientos lo mantuvo a salvo del dolor.

Siguió adelante por deseo de brillar, pero a pesar de sus respectivos éxitos, muy en lo profundo ambos sabían, sentían que les faltaba algo, algo que estaba en posesión del otro.

Jamás olvidaría lo que ahora solo era un recuerdo. Aquel verano de ensueño hecho una locura de amor, que se había ido dejándolos enamorados para toda la vida con una amarga certeza de que una caricia tan dulce, nunca dura lo suficiente.