Capitulo 2.11

22 1 0
                                    

A la mañana siguiente, mientras Albus se sentaba con Elphias a comer huevos revueltos, alcanzó a escuchar algo de la conversación que mantenían en la mesa.

—¿Así que Albus hizo eso?— exclamó Elphias, tan fuerte, tan entusiasmado. Para ese entonces, Elphias ya se había tomado tres tazas de café y Albus estaba seguro de que su adicción a la cafeína le daría un ataque al corazón algún día.

Albus se quejó para hacerle saber a su amigo que estaba escuchando.

—¿Por qué todas las chicas te miran con una expresión furiosa? — respondió de inmediato Elphias. El mago levantó la vista para ver a un grupo de chicas de Gryffindor mirándolo fríamente a la izquierda de la mesa. Rápidamente se dieron la vuelta con disgusto y uno incluso negó con la cabeza.

—Ni idea —mintió Albus rápidamente. Sintió que alguien se sentaba a su derecha y miró hacia arriba para ver a la chica de la noche anterior. Su largo cabello color miel estaba detrás de ella en una cola de caballo y estaba sonriendo de oreja a oreja.

— Oye, ¿por qué todas las chicas de nuestra casa están enfadadas con Albus? — inquirió Elphias a su amiga que se había incorporado a la conversación, pero esta sólo rió luciendo alegre. Por un momento se sentía molesto con su amigo por la insistencia, pero no era la ocasión de perder la calma.

—Cuéntales a tus amigos lo que pasó anoche — canturreó Griselda.

Albus miró nuevamente a la joven en un asientos mas atrás y podia imaginar lo que habia ocurrido. Por una parte, ella se podia haber vengado y haber contado cualquier historia que le perjudicara por su rechazo o quizá ahora podía alardear que era uno más de su lista, pero lo que no sabían o ignoraban era que él no lo había disfrutado y no había sido tan divertido como imaginaban. ¿Quien sabia? En cuestiones de orgullo, muchos dicen lo primero que se les venga a la mente. Pero a ambos les convenía quizá pensar así, al menos por un tiempo para que lo dejaran en paz.

—¿Qué ? —Elphias exclamó tan fuerte que varias personas saltaron. Parte del café que sostenía se derramó sobre su brazo.

—Elphias — dijo Griselda con impaciencia —deja el café... Bien. Albus, ¿verdad?

—Una emboscada, más bien — dijo Albus con una leve sonrisa.

—¿Por qué ninguna chica me asalta? —exigió Elphias. Parecía celoso y estupefacto al mismo tiempo de que su amigo, Albus resultará más adelantado en esos aspectos. —Ni siquiera puedo conseguir que una chica se siente a mi lado en Encantamientos.

—¿Entonces ella va por ahí diciéndoles a todos lo cruel que soy, que la agarré y comencé a besarla de vuelta? —preguntó Albus.

—Sí, ella está contando su triste historia a cualquier mujer que la escuche— confirmó Griselda.

—¿Y todos están enojados porque no pude devolverle el beso a una chica? ¿Porque no debería tener otra opción?

—Bueno — dijo Griselda—más o menos. Creo que está exagerando un poco. Les está diciendo a todos que te apartaste y dijiste que era demasiado estúpida para ti.

El tenedor de Albus resonó en su plato. —¡Yo nunca dije eso!— dijo, indignado.

—Lo sé —dijo ella. —No te preocupes, no creo que todas las chicas lo crean. Yo ciertamente no.

—No puedo creer que no le hayas devuelto el beso— dijo Elphias de mal humor. —Ella es la chica más atractiva de todo Hogwarts. Después de ti, por supuesto, Griselda— agregó amablemente.

—Obviamente, Elphias— dijo Griselda.

—Me lo han dicho— dijo Albus con cansancio. Ya sin hambre, empujó su plato lejos de él.

Los Secretos de DumbledoreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora