Horrocrux

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Era casi medianoche y su oficina estaba débilmente iluminada por unas cuantas velas de cera billywig casi gastadas, entretanto le acompañaba Severus sentado en la silla frente de su escritorio, ofreciendo un nuevo informe del día: — Con los gigantes al otro lado del canal, el Señor Tenebroso planea atacar varios pueblos muggles del sur. Quiere socavar el Ministerio y tensar el Estatuto sin romperlo e imponerlos también bajo presión a todos los que pueda. — relató Severus en un tono de preocupación y seriedad impropio de él. Albus pensó que Voldemort estaba avanzando muy rápidamente y estaban contra el tiempo en sus planes.

— ¿Qué ciudades? — inquirió Dumbledore. Había abierto una copia de la Réplica del Alquimista y garabateó notas crípticas en el margen. Aquello le servia para concentrarse e idear un plan. Además, el grueso almanaque anual era tan denso y poco atractivo que sintió que era equivalente a cualquier hechizo de privacidad más llamativo y era el lugar perfecto para garabatear cualquier apunte.

—No está claro. — respondió Snape —No nos lo dirá antes de haber decidido.

— Entonces debemos llevarlo a Tinworth — contestó Albus—. Seguramente su población mitad muggle mitad mágica ofende su sensibilidad.

— Sería un conflicto mágico inmediato allí, y una respuesta mucho más rápida por parte del Ministerio y de nosotros mismos. No lo aceptará, no por los gigantes.

— ¿Está muy preocupado por la Orden? Pensé que me habías dicho que desdeñaba nuestra reciente actividad?

— No, todavía cree que estás buscando alguna pista sobre una fortaleza o una causa que pudo haber construido antes de la primera guerra, al estilo de Grindelwald.

— Excelente. Excelente.— Dumbledore retrocedió una página y agregó una runa a un garabato anterior. Sacó una carta de la pila de papeles que yacía fuera de su alcance y la deslizó hacia Severus. — Tendrás que decirle que duplicaste esto cuando yo estaba de espaldas; sospecho que debería resultar de su interés.

Severus tomó el papel y leyó el contenido rápidamente, su rostro se volvió pálido de inmediato y ante la luz de las velas las marcas oscuras bajo sus ojos se marcaron aún más. Albus creyó notar algo en él, algo que aún le faltaba por decir:

— Él todavía busca a Amelia Bones, ¿no es así? — preguntó Dumbledore.

—Por supuesto — dijo Snape — Él no cree que pueda realmente subvertir al Ministerio mientras ella siga viva. Y tiene razón, ¿por qué la regalas para él? — preguntó insistente.

—La protegeré, por supuesto — aclaró Dumbledore —lo mejor que pueda. Pero debe atacar a Tinworth y pronto. Lamentablemente tengo una fecha límite y debes brindarle información valiosa.

—¿Debo? — dijo Snape. —¿Por qué?

— Debemos tenerte lo más lejos posible de toda sospecha, para lo que viene después. Tengo un plan, un plan para herirlo profundamente. Un regalo de despedida, supongo. —Dumbledore lo miró entonces, cerró su libro y le explicó lo que necesitaba, ahora y en el futuro, de Severus. El hombre palideció aún más mientras hablaba, con los puños apretados y temblorosos.

— No contento con morir tú mismo, ¿desperdicias mi vida en esto? — masculló Severus.

Dumbledore se giró en su silla, abrió el almanaque nuevamente y miró sus páginas.
— Es un desafío, sin duda, pero creo que estás a la altura de la tarea, de lo contrario no te lo habría pedido.

—Me pides mucho últimamente. Mucho...

— ¿Te arrepientes, Severus, de no servir en verdad a tu antiguo maestro?

La varita de Severus estaba en su mano entonces, apuntando al centro de la habitación, antes de que su brazo cayera a su costado, con los puños todavía blancos por la tensión.

— No lo haré— dijo, se giró y huyó hacia la puerta.

— Lo harás, Severus, y a cambio le daremos un gran golpe, y Harry Potter tendrá más posibilidades de crecer y vivir una vida libre de él. La vida que debería haber vivido si alguien no hubiera informado a Voldemort de una profecía, hace muchos años.

Snape se detuvo ante la puerta abierta.

— Recuerda, Severus. Lestrange, Rowle o Nott. Quizás quieras empezar a viajar al Callejón Diagon varias veces a la semana, para que tu coartada sea mucho más sólida.

La puerta se cerró de golpe detrás de él, despertando al brujo Thewlis que yacía dormido en el cuadro. 

Los Secretos de DumbledoreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora