Un mal día (parte 2)

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EvelinCanseco9
Jazamidala
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DowBaStan
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Palquiria22

Habías dejado a Steven durmiendo en su hogar con la orden para los chefs de la cocina que preparan su desayuno favorito y que se lo sirvieran en la cama, o donde él quiera realmente.

Mientras tanto tú fuiste directo al museo donde tu asistente ya te estaba esperando justo como le habías dado las instrucciones el día anterior.

Te bajaste de tu coche y subiste las escaleras donde entraste al gran salón principal donde estaban todos en una fila hablando entre ellos, hasta que te vieron llegar.

–Okey... vamos a hacer esto rápido, no tengo todo el día.–Dijiste soltando un suspiro y quitándote tus gafas de sol para dejarlas sobre tu cabeza y juntando tus manos provocando que el cuero de tus guantes sonara.–¿Quién de ustedes malditos bastardos son los que parecen niñitos de primaria molestando a mi futuro esposo?

Todos se quedaron en silencio viendo confundidos mientras que otros cuantos bajaron la vista y se miraron entre ellos.

Les quedaste viendo antes de que hicieras una seña para que acercaran a Dylan.

–Dime quienes son tus queridos amigos a los que les dijiste de esa cita y que ahora van a desordenar la tienda.–Le exigiste viéndole fijamente a los ojos.–Y no me hagas perder el tiempo. Si realmente valoras tu vida y la de tus seres queridos entonces mejor empieza a hablar.

La chica tragó saliva y nombró a las personas quienes iban donde Steven, e hiciste una seña para que los llevaran a otro lugar.

–Ahora, los de marketing que se la pasan haciendo las cosas mal.–Dijiste y Dylan los señaló donde fueron llevados a otra habitación, incluida ella.–Muy bien todos los demás pueden retirarse. Lamento las molestias y espero no tener que volver a ver sus rostros nunca más.

Los demás salieron mientras que tu asistente se te acercó a la vez que veías como se iban retirando uno a uno con expresiones asustadas.

–¿Dónde está Donna?–Le preguntaste sin apartar la vista de la puerta.

–En la oficina del dueño del museo.–Te dijo señalando hacia unas escaleras.–¿Finalmente te decidist—

–Llama a mi abogado, voy a comprar el museo y ponlo a nombre de Steven.–Dijiste mientras comenzabas a caminar.

Tu asistente rio ligeramente antes de irse hacia otro lado.

Finalmente llegaste a la habitación donde habían tres mujeres de traje dentro vigilando que no escapara, y luego se fueron al verte.

–Donna...–Dijiste acercándote a ella por atrás donde estaba sentada en una silla y pusiste tus manos en sus hombros para masajear con fuerza mientras ella daba un pequeño salto asustada.–Donna, Donna, Donna... mi querida Donna... Te gusta molestar y hacerle la vida imposible a mi Steven, ¿no es así?

–N-no sabía que él era su—

–Oh tranquila, lo sé. De haberlo sabido no habrías hecho nada de esto, ¿o si?–Le dijiste con una sonrisa sentándote en la silla del director, cruzando una pierna y viéndole con una sonrisa resaltando tus labios rojos.

–N-no, claro que—

–Obvio no lo habrías hecho, pero aquí estamos. Solo porque tienes aires de superioridad y cuando alguien te da una pizca de poder, sientes que ya dominas el mundo.–Dijiste soltando un suspiro y poniéndote de pie para ver por el gran ventanal dejando tus manos atrás y haciendo un sonido negativo.–Ay mi querida Donna... si tan solo hubieses dejado tu boca cerrada, nada de esto estaría pasando.

–¿Q-qué va a pasar ahora?–Preguntó insegura y con la voz temblorosa.

–Lo que va a pasar ahora...–Dijiste volteándote hacia ella con una sonrisa.–...es que tú y yo vamos a tener una laaarga charla de mujer a mujer, ¿Entendido?

Donna tragó saliva cerrando los ojos y tu sonreíste comenzando a quitarte tus guantes.

(.....)

Cuando llegaste a tu hogar encontraste a Steven en la gran sala de estar viendo televisión en la inmensa pantalla comiendo un plato de frutas en pijama y con una manta alrededor suyo.

Una gran sonrisa se formó en su rostro cuando te vio y te sentaste a su lado sosteniendo una carpeta en tus manos.

–¡Querida! ¡Llegaste! Me dijeron que te estabas haciendo cargo de un asunto importante.–Dijo con una sonrisa.

–Así es, un asunto muy importante.–Le dijiste con una sonrisa.

En ese momento Steven bajó la vista hacia tus manos y vio tus nudillos algo rojos y rotos provocando que frunciera el ceño.

–¿Mon amour qué te pasó en—

–Te traje un regalo, mi amor.–Le dijiste cambiando de tema lo cual le daba a entender que no hablarías de eso mientras le entregabas la carpeta.

–¿Qué es esto?–Te preguntó tomándola en sus manos para abrirla dejando el plato a un lado.–¡¿LAS ESCRITURAS DEL MUSEO?!

–¡Tadaaa! Te compré el museo, mon cher.–Le dijiste con una gran sonrisa.

–¡¿QUÉ?! ¡¿PERO CÓMO?! ¡¿POR QUÉ?!

–Porque te amo, y te lo mereces. Además va a estar mucho mejor contigo a cargo que con ese otro imbecil.–Le dijiste con una sonrisa besando su mejilla dejando tu labial marcado mientras él veía boquiabierto la carpeta.–¿Te gusta?

–Querida esto es... ¡n-no lo puedo aceptar! ¡Es muchísimo!–Exclamó levantando la vista hacia ti.

–Ay no seas bobo, claro que lo puedes aceptar, es un regalo. Te mereces esto y mucho más.–Le dijiste con una sonrisa antes de besarlo.–Aunque deberías contratar a más personal, hay algunos que... pues que decidieron irse y no van a volver. Nunca. Jamás. ¡Puf! Se fueron. Ya no están.

–Querida... ¿qué hiciste?–Te preguntó mientras te veía ponerte de pie.

–Nada de lo que te tengas que volver a preocupar. Ahora... me voy a dar una ducha, ¿quieres venir conmigo?–Le dijiste con una sonrisa extendiendo tu mano hacia él.

Steven sonrió y dejó las cosas a un lado antes de tomarte de la mano apagando la televisión para tirar el control al sillón, y te siguió como un cachorro feliz hacia las escaleras para ir a su habitación al baño.

Moon Knight VDonde viven las historias. Descúbrelo ahora