23| Kellan Fitz

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ESTEBAN

Me bajo del taxi que había pedido al salir del hospital y me adentro al hotel que me ha indicado David. No es muy grande, ni ostentoso comparado con las preferencias de hospedaje de mi hermano mayor, pero supongo que no se ha molestado en lujos debido a que solamente estará poco tiempo.

Me detengo frente a recepción y camino con prisa hacia el escritorio principal; al ver que no hay nadie atendiendo, toco la campanilla. Una señora rondando los cuarenta con cabello rojo y ojos avellana es la que sale en mi ayuda.

—Bienvenido, ¿en qué puedo servirle?

—No vengo a hospedarme, estoy buscando a mi hermano. Se queda en este hotel, pero se ha olvidado de darme el número de habitación y no me responde las llamadas.

Era cierto. Mi teléfono no da señal, y al cabeza hueca de David no se le ha pasado por la mente que necesitaría el número de su habitación. La mujer me observa con confusión antes de cuestionar—: ¿Y cuál es el nombre de su hermano?

—David Maxfield— la chica comienza a teclear y buscar en el ordenador.

—Bien, necesito su identificación.

Saco mi billetera y le entrego lo que me ha pedido. Ella toma el teléfono para proceder a marcar a la que supongo es la habitación de mi hermano. A continuación, la pelirroja entabla una breve conversación con David, me da el número de cuarto y me devuelve mi identificación sin decir nada más.

Subo las escaleras hasta llegar a la segunda planta del hotel y recorro los pasillos en busca de la habitación 210, la cual no demoro mucho en encontrar. Doy un par de golpes a la puerta y mi hermano no tarda mucho en dejarme entrar. Me extraña ver un par de carpetas llenas de documentos sobre la mesa de la sala.

—Toma asiento— me dice sin más. Luce preocupado y confundido, como si no supiera qué hacer con lo que ha descubierto.

— ¿Qué tienes que decirme?

Mi hermano apoya las manos en sus caderas, acto seguido, toma una de las carpetas.

—Tuve que mover cielo, mar y tierra para dar con esta información, Esteban—el tono de preocupación que hay en su voz logra desconcertarme —. Tienes que entender que en el momento en el que te entregue esto— señala la carpeta que sostiene en su mano—, Ángel y tú tendrán que cuidarse las espaldas en todo momento.

Con eso dicho, le arrebato la carpeta de las manos. Un montón de documentos con sellos de confidencialidad aparecen frente a mis ojos. Hay fotos, archivos y un par de memorias USB. Lo primero que tomo es una foto tamaño carta, en la que aparece Daniel con el uniforme de marine.

— ¿Estuvo en el ejército? — pregunto desviando la atención a mi hermano.

—Es más que eso, hermano— le observo con confusión —. Tendrás que seguir viendo.

Regreso mi atención a los documentos que ya he extendido sobre la mesa. Tomo la hoja en la que están registrados los nombres de todos los miembros de la tropa, y siento como el corazón se me quiere salir del pecho al ver que mi nombre y el de Trevor aparecen.

<<Formaba parte de tu tropa>> me digo, al mismo tiempo en que intento recordarlo.

—Pero no recuerdo a ningún Daniel. Aquí no se registra ningún Daniel. —pienso en voz alta, y avanzo a la siguiente carpeta. Lo primero que aparece ante mi es el informe de la explosión en la base, la cual había causado la muerte del mayor, la muerte de la tropa..., la muerte de Trevor. Mis ojos saltan lo que ya sé, y van directamente a enfocarse en el nombre del causante: "Kellan Fitz". Entonces doy vuelta a la hoja, siendo ahí en donde encuentro el expediente de Kellan. Es en ese momento en el que armo las piezas de rompecabezas solamente para darme cuenta de lo estúpido que he sido todo este jodido tiempo. Por eso me busca, por eso me odia. Daniel Johnson y Kellan Fitz, son la misma persona.

El Guardaespaldas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora