ESTEBAN
La paciencia nunca ha sido mi fuerte, pero tengo que admitir que me he sorprendido a mi mismo ya que van dos semanas viendo a Johnson casi veinte horas al día y aún no le he partido la cara; pero hoy su desagradable presencia ha pasado a segundo plano. Hoy se sabe si Ángel ha recuperado la vista.
Ronald Woodsen había venido a visitar a su hija hace un par de días y a pesar de que ella le suplicó que se quedara, él no lo hizo. Pasó la mayor parte de su tiempo con Daniel, bastante extraño a mi parecer, pero al según tenían asuntos pendientes sobre el destino académico de Ángel; ya que, en caso de recuperar la vista, los servicios de Johnson ya no serán requeridos pero al parecer sí le daría asesoramiento respecto a la universidad.
Galia y Teobaldo no han venido, lo cual no deja de parecerme bastante raro; sin embargo, estoy seguro de que debe de haber una muy buena razón para excusar su ausencia en un acontecimiento tan importante.
En lo que respecta a Daniel Johnson, casi no ha salido del hospital —a excepción de los días que vino Ronald Woodsen— y David aún no logra concretar la tarea que le asigné desde hace ya varios días. Al parecer el amigo de nuestro padre no lo ha contactado todavía y relamente no es como que abunden nuestras opciones para poder investigar a fondo a una persona así que no queda nada más que esperar.
—¿Esteban?
La voz adormilada de mi novia me saca de mi ensimismamiento. La verdad es que los medicamentos que le han estado suministrando son tan fuertes que la dejan completamente noqueada la mayor parte del día. Ha dormido muchísimo durante las dos últimas semanas.
—Aquí estoy, amor.
Me pongo de pie para apresurarme a tomar asiento a un lado suyo en la cama. Ella busca mi mano, yo me encuentro con la de ella a medio camino para que no se esfuerce tanto.
—Tengo mucho miedo.
Admite, tomándome por sorpresa.
—Si esto no funciona..., si todo ha sido en vano, no sé cómo podré recuperarme.
—Lo averiguaremos juntos, hermosa— beso la palma de su mano —, pero no habrá necesidad porque va a funcionar. Tengo un buen presentimiento.
—¿He escuchado bien? ¿Acaso estás siendo positivo?
Río por lo bajo.
—¿Quién eres tú y qué le haz hecho a mi novio?
Cuestiona divertida mientras ambos reímos, pero no tardamos en ser interrumpidos por un enfermero.
—El doctor Warner vendrá en unos minutos para realizar su diagnóstico.
Ángel estruja mi mano con fuerza nuevamente y es hasta entonces que yo comienzo a sentirme nervioso también.
~*~
En cuestión de minutos, la habitación de Ángel ha pasado a dar cabida a un montón de internos y enfermeros que esperan con ansias junto a nosotros el veredicto del doctor Warner, quien se encuentra explicando nuevamente los resultados esperados; pero yo me encuentro bastante ausennte. No puedo dejar de pensar en que todo esto es real, en que Ángel podrá volver a ver o en lo debastador que será todo esto si no resulta del modo planeado.
—Bien, sin más que decir, el momento ha llegado— sonríe Warner preso del entusiasmo —. Procedo a remover el vendaje.
Una emoción indescriptible se apodera de mis adentros, y no sé si son nervios o felicidad, o tal vez ambas cosas. El doctor desenrolla la venda con cuidado y con extrema cautela. Hay un par de internos haciendo apuntes en unas tabletas electrónicas, mi corazón late con tanta fuerza que soy capaz de escuchar su palpitar. En cuanto Warner termina de quitar la venda, Ángel tiene los ojos cerrados.
ESTÁS LEYENDO
El Guardaespaldas ©
RomansaEsteban Maxfield es un teniente de la marina estadounidense. Su servicio acabó y ahora él ya no sabe qué hacer de vuelta como civil. Su vida y su mentalidad han cambiado. Evita dormir para no sufrir de sus perturbantes pesadillas y no puede bajar la...