29| Soy su guardaespaldas.

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DAVID

Tras haber pasado el tráfico infernal, por fin hemos logrado llegar al hospital en el que están internados mi hermano menor y su novia. Ronald Woodsen luce bastante nervioso—y algo tenso—, supongo que debe de estar lleno de dudas acerca del destino de la menor de sus hijas, cosa que puedo entender a la perfección. Esteban me preocupa de igual manera.

Nos adentramos al edificio y lo primero que vemos es un mostrador. Un chico de cabello negro y piel morena dirige su atención a nosotros. Caminamos hacia él en cuanto ha dejado de revisar su computadora.

— ¿Puedo ayudarles en algo, caballeros?

—Sí, verá, mi hermano y la hija del señor—señalo a Ronald, él sonríe con nerviosismo— han sido internados aquí.

— ¿Me podría permitir su identificación y el nombre de los pacientes?

Hago lo que me pide, y tras comprobar los datos en el ordenador, nos guía hacia el tercer piso del hospital. Después de habernos dado el número de habitación, nos indica en dónde se encuentra la sala de espera para que aguardemos la llegada del médico.

— ¿Familiares de Esteban Maxfield?

Me pongo de pie tan pronto como escucho el nombre de mi hermano. Un señor alrededor de los cincuenta años está de pie en el umbral de la sala. Viste con una filipina azul y un gorro quirúrgico en color rojo.

—Acompáñeme, por favor.

Hago lo que se me ha indicado, dejando a Ronald Woodsen solo en aquella habitación. El médico me comienza a dar el diagnóstico de mi hermano, pero no soy capaz de comprender nada en lo absoluto. Sólo me permito pensar en que está sano y salvo, por lo cual podrá volver a casa conmigo y con mi madre.

—Puede que aun esté bajo el efecto del medicamento, así que probablemente no esté del todo consciente.

—Doctor...

—Torres— me indica.

—Doctor Torres, ¿sabe algo de la chica que vino con él?

Torres permanece callado, como si estuviera dándose el tiempo para meditar lo que sea que tiene que decirme acerca de Ángel.

—No, joven.

Sé que me está mintiendo.

—Pero mi hermano querrá saberlo.

—Por eso mismo no puedo decirle nada. Su hermano tiene que mantenerse tranquilo y enfocarse en su propia recuperación. Sólo puedo decirle que la chica está estable.

Asiento con la cabeza en señal de agradecimiento antes de verle salir del cuarto. Esteban se encuentra conectado a decenas de cosas. Una cuarta parte de lo que veo me resulta familiar, pero lo demás me resulta completamente desconocido. Dirijo mi atención al chico en la cama de hospital. Luce más delgado y pálido. Puedo ver moretones en sus brazos y vendas cubriendo sus muñecas, el resto de su cuerpo está cubierto por una delgada sábana. Sus ojos están rodeados de unas ojeras enormes que logran sumarle años y sus labios son presos de un tono púrpura apenas perceptible.

«Pero ¿qué te han hecho? » es lo único que logro preguntarme al verle de ese modo.

Un leve golpe en la puerta de la habitación logra sacarme de mi ensimismamiento.

—Disculpe que le interrumpa, pero unos hombres le están buscando— comenta una chica bajita con cabello corto.

«Los agentes» pienso.

El Guardaespaldas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora