19| No vuelvas a irte, por favor

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ESTEBAN

He terminado de empacar mis cosas para acompañar a Ángel en su viaje a Maryland. Sólo he llevado lo indispensable y algunas cosas que podrían ser de utilidad. Cierro la maleta tras haber guardado el último par de camisas, procediendo a bajarla de la cama para acomodarla a un lado de la puerta. Falta tan sólo un día para partir y, a pesar de que apenas he intercambiado palabra con Ángel desde el incidente, puedo notar que está bastante nerviosa.

Daniel, por otro lado, está más que feliz de ver la tensión que se presenta cada que Ángel y yo llegamos a hablar. Desde aquel día, ha estado más cerca de ella con el pretexto de adelantar clases para poder estar sin tanta presión al regresar del viaje. De hecho, Johnson se ha tomado la molestia de impartir sus jodidas clases en el jardín delantero...justo a unos metros de mi ventana.

—Deberías de disimular tú mirada, hermanito—ya había olvidado que David estaba en la habitación. Me ha traído algo de efectivo—. Pareciera que quieres matarlo.

—Entonces no debo disimular nada. Es mejor que sepa mis intenciones.

—Esteban...

—Lo sé, lo sé. Debo de calmarme—observo a Daniel una vez más antes de volver la mirada a mi hermano— ¡Es que el tipo me saca de quicio! Es todo sonrisas cuando está con ella.

—Tú tienes la culpa de eso.

— ¡¿Qué has dicho?!

Mi hermano alza las manos sobre su cabeza y esboza media sonrisa. Sé a lo que se refiere. No le había contado lo que pasó con lujo de detalle, eso sería como traicionar la confianza de Ángel. Sólo le he contado que habíamos tenido una cita y yo perdí el control otra vez. Ni una palabra más, ni una palabra menos.

—Me escuchaste bien. Sabes que haces mal en alejarte de ella de ese modo ¿No crees que merece una mejor explicación?

— ¡Claro que la merece! Es sólo que...—dejo escapar el aire que había estado reteniendo—, es sólo que tengo pavor.

— ¿A qué? ¿A dar explicaciones? Porque eso no me resulta nada novedoso.

Le regalo una mirada de pocos amigos.

—No lo entiendes.

—Nunca entenderé si no me explicas. Siempre le sacas la vuelta a este tipo de conversaciones, cuando sabes perfectamente que hablándolo es la mejor manera para superarlo.

—No es justo que ella cargue con más mierda, David.

Mi hermano se pone de pie y se dirige hacia la puerta. Yo permanezco recargado en la pared a un lado de la ventana, intentando no salir a romperle la cara a Johnson.

—Pues mientras tú sigues con tus terquedades, Johnson está ganando terreno— es lo último que dice antes de salir de la habitación.



ÁNGEL

Daniel ha comenzado a impartir las clases en el jardín, haciendo caso omiso a mis peticiones de permanecer dentro de la casa. No quiero que Esteban se haga las ideas equivocadas, pero tampoco quiero que note lo mucho que me afecta su distanciamiento.

—Estás distraída— la voz de mi profesor me saca de mi ensimismamiento—. ¿Qué tan segura estás de poder acabar con la lección?

—La verdad es que no lo sé—contesto con honestidad. Habíamos retrocedido en las lecciones para profundizar en la historia del arte egipcio, y la verdad es que el cambio no me tiene muy entusiasmada—. ¿Te parece si suspendemos las lecciones hasta nuestro regreso? Honestamente, no creo tener cabeza para la historia del arte en los próximos días.

El Guardaespaldas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora