🪷 Capítulo 8 🪷

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El espacio personal de la Princesa Agnes era sumamente lujoso. Al entrar por la gran y gruesa puerta central, uno era recibido por una enorme sala de recepción que a primera vista parecía una sala de estar, si se continuaba por el pasillo a la derecha se llegaba un dormitorio y a un estudio, pero si se iba por el pasillo a la izquierda se llegaba a un cuarto de baño y a un vestidor.

Todos los adornos, el papel pintado y cada mueble eran de la mejor calidad, como demostrando que era un lugar perteneciente a la joya más preciada del Emperador Alexandro, la Hija de Jade Dorada.

Agnes holgazaneaba por completo en el lujoso espacio. Junto a ella, colgando del mullido sofá, había un montón de invitaciones hechas de papel caro.

Originalmente, la Princesa Agnes era una reina social que nunca faltaba a una fiesta. Sin embargo, tras ser puesta en libertad condicional por su comportamiento incorrecto en el baile reciente, no salió ni una sola vez.

Gracias a ello, seguía en un estado en el que ni siquiera podía ver bien los rostros de los protagonistas, a excepción de Kaylo.

«Su rostro permanece vagamente en mi memoria, pero...»

A la Princesa Agnes no le interesaba la apariencia de los demás excepto de Raymond. Tal vez por eso los rasgos fáciles de otras personas flotaban vagamente en su memoria.

A los ojos de la Agnes original, todos menos Raymond parecían calamares.

Por supuesto, ahora podía asistir a bailes y fiestas de té para ver a los personajes principales, pero sabía muy bien de qué hablaban los nobles porque Daysi le contaba lo que escuchaba.


—La señorita Harper dice que corren rumores sobre que la Princesa lloró tanto que su rostro se hinchó, sus ojos se volvieron pequeños y la nariz tan grande como un puño. ¿Quiere que vaya y lo explique?

—Princesa, ayer corrió el rumor de que estaba llorando y haciendo huelga de hambre. ¡Princesa, terminó de comer por completo el bistec del almuerzo! ¿Voy a decir la verdad?


Daysi, que no tenía ni idea, parecía tener el sentido del deber de contar todo lo que escuchaba.

Esa fue la razón por la que no participó en actividades. Ya estaba en boca de todos los nobles, por lo que no había necesidad de salir y proporcionar más habladurías.

Y la razón más importante... Incluso si salía, no podría encontrarse con Kaylo.

Kaylo Gray nunca asistía a reuniones sociales. Envidiaba secretamente a la nobleza, pero no lo demostraba en absoluto.

Se sentía miserable cada vez que sentía el sutil desprecio en los ojos de los nobles.

Ser un hijo ilegítimo con sangre de plebeyo era un trauma y una debilidad para Kaylo. Por esta razón, era reacio a asistir a reuniones sociales o cosas parecidas.

Después de todo, ni siquiera asistió al baile conmemorando el fin de la guerra.

«Estoy consternada, ¿por qué ignoran a Kaylo?»

No era el tipo de cosas que diría una persona que había sido la primera en ignorar a Kaylo y abofetearlo.

«Ahora las cosas son diferentes...»

En fin, quería conocer al resto de los personajes principales lo antes posible.

A Raymond, para ser sincera... No tenía muchas ganas de verle porque su cara estaba claramente grabada en su memoria. Para empezar, había muchas descripciones de él como el más atractivo...

La Princesa otaku trabaja duro hoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora