Kaylo levantó la barbilla con arrogancia. Al menos quería hacer esto.
Él también sabía que no había manera de que le gustara a la Princesa Agnes, sin embargo, su actitud fue suficiente para malinterpretarla.
Quería usar esa actitud como excusa para tener un poco más de confianza. Al menos delante de Raymond Spencer, que se reía de él.
—Jajaja... ¿Hablas en serio?
Raymond se rió levemente.
El Kaylo Gray frente a él era tan tonto que sentía pena por él...
«Se ve realmente lamentable.»
Kaylo Gray apretó aún más los dientes ante la burla.
—No tiene ningún recuerdo sobre ti y sólo me busca a mí. ¿No es posible?
—...
—¿Tienes miedo de que pueda seducir a la Princesa ahora que te ha olvidado?
Raymond Spencer suspiró ante la continua provocación. Despreciaba a los tontos que seguían librando batallas imposibles de ganar.
«Hay personas que recobran el sentido sólo cuando son pisoteadas y asfixiadas.»
Kaylo Gray frente a él era un caso así.
Raymond ejerció su máxima paciencia y mantuvo la cara seria. Sin embargo, Kaylo, quien notó que estaba agitado, no dejó de provocarlo.
—¿Qué ocurre? ¿Tienes miedo de que yo le guste a la Princesa en lugar de ti?
—No tienes conciencia... ¿Cómo puedes pensar eso?
Raymond no se dejó vencer y lo despreció.
Los ojos de ambos, mirándose fijamente, eran tan feroces que la mayordoma se inquietó.
«No, ¿por qué diablos...? ¡¿Por qué...!?»
¿Por qué estaban haciendo eso?
La mayordoma no podía entender por qué había sucedido esto, y tampoco podía detenerlos porque la energía que emitían ambos hombres era sumamente siniestra.
—¡Ah...!
La mayordoma, que estaba parada entre las dos personas que se miraban como si fueran a matarse, se sorprendió porque vio a la Princesa Agnes mirando con un solo ojo a través una leve apertura de la gruesa puerta.
Raymond Spencer, quien finalmente se dio cuenta de que la Princesa estaba mirando, la observó.
—...
La Princesa Agnes observaba en silencio a las dos personas a través de la puerta entreabierta ligeramente.
Raymond dejó escapar un pequeño suspiro, culpándose por sentirse agitado por las provocaciones de alguien como Kaylo.
Sin decir nada más, Raymond inclinó la cabeza hacia la Princesa y se fue. Había una mueca de desprecio en sus labios mientras caminaba dándole la espalda a Kaylo.
Fue divertido incluso pensar en cómo Kaylo Gray, que tenía un complejo de inferioridad, superaría este momento.
Como esperaba Raymond, la persona que quedó más sorprendida por esta situación fue Kaylo Gray.
«... Mierda.»
Le resultó difícil soportar la humillación.
Decir semejante tontería sobre que podía gustarle a la Princesa delante de ella y de nadie más era... Más importante, debía excusarse de alguna manera, pero su cuerpo no lo escuchaba.
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La Princesa otaku trabaja duro hoy
RomanceReencarnada en una novela donde su personaje favorito respira y vive. Se decía era la más bella del continente, la joya más preciada por el Emperador, la reina de los círculos sociales... La bomba de tiempo de Winchester. ¡Se convirtió en la Princes...