🪷 Capítulo 102 🪷

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Se convocó un breve descanso.

Kaylo miró a Rubius Melville desde lejos, sintiendo curiosidad por saber qué conversación tuvo antes con la Princesa Agnes.

Hasta donde él sabía, Rubius Melville era un pedazo de basura que tocaría a cualquier mujer casada, así que no habría razón para que le prestara atención a la Princesa Agnes... Sin embargo, por muy inusuales que fueran sus gustos, si era un hombre, sus gustos carecerían de sentido ante la Princesa Agnes.

Estaba irritado y molesto por todos los hombres presentes.

Se arrepentía de no haberle hecho una petición más enérgica al Emperador Alexander. Debería haber presionado para impedir por todos los medios que la Princesa Agnes participara en esta misión...

Pero no había forma de detenerla porque incluso el Emperador cedió a que participara dado a que inició una huelga de hambre.

Al principio se alegró de que pudieran ir juntos porque tenía miedo de que Raymond Spencer la manipulara mientras él iba solo a una misión.

Donde había ventajas, también hubo desventajas. Aun así, era mejor que dejar a la Princesa sola en el Palacio Imperial.

«¿Qué ves?»

Kaylo miró fijamente a la Princesa que reía y hablaba con Anna Montrose en la distancia.

Se veía deslumbrante al estar vistiendo el uniforme de los Caballeros Negros por primera vez en mucho tiempo. A pesar de que la ropa era igual al de los demás presentes... Ella se veía preciosa.

Ese hecho hizo que el corazón de Kaylo latiera como loco.

Repentinamente hizo contacto visual con la Princesa.

Kaylo intentó girar rápidamente la cabeza para evitar ser atrapado espiándola, pero... No podía moverme, como si estuviera bajo un hechizo. Esto se debió a que la Princesa Agnes sonrió en el momento en que sus miradas se encontraron.

Fue una dulce sonrisa lo suficientemente dulce como para calmar su estómago que había estado hirviendo de celos.

¿Cómo podía existir una persona tan encantadora?

Kaylo bajó la cabeza, sin siquiera darse cuenta de que actuaba igual a los idiotas de su imaginación.

El hombre enamorado estaba ocupado ocultando su rostro sonrojado. Pero pronto su expresión se volvió fría.

«Me equivoqué de nuevo...»

Tuvo que volver a sus sentidos, recordando que fue una sonrisa que también se la regaló Hugo Lothian.

No debía malinterpretar la sonrisa que le daba a cualquiera.

Kaylo comenzó a enfriar su corazón acalorado.

No podía permitirse caer en una ilusión y hacer algo tonto.

Hugo Lothian era un gran hombre comparado con él. Además, es hijo de un Ducado destacado, comparable al de Raymond Spencer.

No solo le dedicaba su sonrisa a él, un medio noble y un idiota hijo ilegítimo...

Cuando comenzó a criticarse a sí mismo, recordó su posición y que era demasiado codicioso desear a la Princesa.

Pudo calmar su mente agitada sólo después de lanzarse todo tipo de maldiciones e insultos.

Antes de darse cuenta, su corazón se había helado.


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La Princesa otaku trabaja duro hoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora