—... Ya veo —respondió Kaylo sin rodeos.
El oponente era un Duque, un hombre con un poder tan alto que uno ni siquiera se atrevería a mirarlo fijamente.
El hombre se ajustó la ropa para ocultar su nerviosismo mientras sostenía un ramo de flores en la mano. Fue la Princesa Agnes quien hizo que incluso un hombre con tanto poder se sintiera nervioso.
Una mujer que nunca ha tenido nada menos que lo mejor en su vida.
Kaylo una vez más se dio cuenta de la gran distancia entre él y la Princesa Agnes.
Aunque la distancia física era corta, en realidad estaban a mundos de distancia.
Cuanto más emocionado parecía el Duque de Salton, más sentía Kaylo que aumentaba su complejo de inferioridad.
Los dedos se curvaron en un puño hundido en la palma.
Al igual que Raymond Spencer, sentía la necesidad de desechar al hombre que tenía delante. Sin embargo, era un hombre quien, orgulloso, acudía a proponerle a la Princesa ser su compañera para el baile.
A diferencia del Duque, él era un idiota que nunca había participado en nada parecido a un baile. Entonces, era una persona que no estaba calificada ni en condiciones de atreverse a interferir.
Kaylo se mordió el interior del labio y miró al inocente Duque de Salton.
Imaginó una escena en su mente en la que el hombre frente a él y la Princesa Agnes entraban a un elegante salón de baile.
No era una imagen muy agradable.
La Princesa Agnes tampoco lo elegiría como compañero.
Sin embargo, cuando Raymond Spencer fue insertado en escena en lugar del Duque de Salton, la imagen quedó completa.
La escena de las dos personas, que encajan como un hermoso cuadro, despertaría la admiración de la gente.
Kaylo se sentía tan mal hasta el punto de resultar doloroso... Se sentía más resentido que nunca por su condición tan insignificante.
Como esperaba Kaylo, el Duque de Salton fue expulsado antes de que hubieran pasado 10 minutos.
El Duque de Salton se retiró con el ramo de flores que había preparado para solicitarle a la Princesa ser su compañero de baile.
Aun así, Kaylo no se sintió aliviado.
Se sentía opresivo, como si algo hubiera sido bloqueado en su pecho.
Incluso estaba ansioso porque pensó que Raymond Spencer aparecería mañana con la misma intención del Duque.
Quería detenerlo si pudiera, aunque no estaba calificado para hacerlo.
Esa noche, después de completar su misión, Kaylo inspeccionó a los caballeros de la guardia nocturna y regresó a su habitación.
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La Princesa otaku trabaja duro hoy
RomanceReencarnada en una novela donde su personaje favorito respira y vive. Se decía era la más bella del continente, la joya más preciada por el Emperador, la reina de los círculos sociales... La bomba de tiempo de Winchester. ¡Se convirtió en la Princes...