Los médicos rápidamente comprobaron el estado de Agnes.
Raymond estuvo en estado de pánico todo el tiempo, incapaz de hacer nada con sus manos cubiertas de sangre. Mientras observaba a los médicos pasar apresuradamente con expresiones serias, también aceptó gradualmente que la situación era real.
En realidad... Agnes realmente podría morir.
Incluso en el campo de batalla, estaba preocupado por la vida de cada soldado. Por supuesto, era un hecho que nadie sabía porque nunca lo reveló porque debía parecer distante debido a su posición alta... Porque su agitación podría dañar la moral de los caballeros y soldados.
Era codicioso tener tiempo para ser consumido por la tristeza, y solo debía pensar en el siguiente movimiento para ganar la batalla.
El campo de batalla era el tipo de lugar donde la muerte siempre estaba cerca, pero Raymond nunca pudo permanecer del todo indiferente ante la muerte de otros. Siempre fue sido así desde la muerte de su madre.
Se perturbaba incluso por la pérdida de la vida de un animal pequeño.
Para él, el campo de batalla era como un infierno.
Todos los días escuchaba noticias de soldados muriendo.
Soldados con los que habló hace unas horas o soldados que le mostraban cartas enviadas por sus familias... Cada vez que escuchaba la muerte de alguno de ellos, la mente de Raymond se fragmentaba un poco.
Lentamente empezó a aislarse, sin comunicarse con nadie.
Por fortuna, fue fácil ocultar su agitación. Trataba de mantenerse ocupado para olvidar todo lo demás.
Tras perder a su madre tampoco pudo tener un tiempo a solas para mostrar su tristeza porque Agnes lo hostigó.
«Ah...»
En un instante, se dio cuenta.
¿Quizás Agnes lo sabía? ¿Siempre estuvo ahí para molestarlo para que no se sintiera afectado por la muerte de su madre?
Cuando se dio cuenta de ese hecho, un escalofrío recorrió su espalda. Sentía como si todo el calor de su cuerpo lo abandonara junto con la sangre.
—¡Su Alteza!
—¡La Princesa ha dejado de respirar!
—¡Su corazón se ha detenido!
Las voces de las personas perforaron sus oídos como cuchillos filosos.
De inmediato, los médicos presentes comenzaron a administrar primeros auxilios con los rostros pálidos.
Raymond alucinó que el mundo que tenía delante se estaba desmoronando.
—Hah... Hah...
Intentó abrir la boca para emitir algún sonido, pero no salieron palabras.
«¿Agnes está muerta? Su corazón... Se detuvo... No, no puede ser posible.»
Agnes era la persona más obsesiva y persistente que conoció en toda su vida. Lo único que ella anhelaba y quiso a lo largo de su vida fue a él.
No había manera de que Agnes muriera y lo dejara... No había manera de que pudiera irse así con sólo dolorosos recuerdos sobre él, ¿verdad? No había manera de que una mujer tan egoísta y persistente dejara este mundo solo con esos malos recuerdos.
No, no podía irse... Menos ahora que finalmente había decidido disculparse.
Raymond no podía aceptar la situación que se desarrollaba ante sus ojos.
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La Princesa otaku trabaja duro hoy
RomanceReencarnada en una novela donde su personaje favorito respira y vive. Se decía era la más bella del continente, la joya más preciada por el Emperador, la reina de los círculos sociales... La bomba de tiempo de Winchester. ¡Se convirtió en la Princes...