Cap. 8.

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By Tom.

Bill estaba abusando con el tema de los bailes en el bar, llevaba una semana trabajando y lo único que hacía era pararse en el puto escenario a mover el culo para miles de babosos que ansiaban poder manosearlo. Me había ido a meter al bar todas las noches para poder mirar su espectáculo y ya no me dejaban subir a la puta tarima con él, porque le daban la oportunidad a otros imbéciles para que disfrutarán de su show.

Al salir como todas las noches lo estaba esperando en la puerta del bar para llevarlo hasta su casa y me había decidido a comprar una motocicleta porque ya me cabreaba caminar hasta la pensión, y me sentía patético recogiendolo a pie, a todas las chicas las recogían sus novios en motocicletas o en coches lujosos y Bill merecía qué yo estuviera un poco a su altura.

Bueno, la motocicleta no la había comprado del todo, había salido a buscar una por el centro de Sankt Pauli y Gustav me había ayudado con el robo, pero al menos había conseguido un buen modelo estilo crucero en color negro y bastante llamativa, ha Bill le encantaría...
Le había comprado un casco especialmente pensado en él, negro con dos orejitas de gato en color rojas y lo estaba esperando apoyado en la motocicleta con los cascos en las manos...

Bill salió del bar cargando su bolso como todo una diva, últimamente se le estaban subiendo los humos con tantos halagos qué le decían en el bar por sus bailes...
Me observó desde la puerta y abrió su boca expresando sorpresa, se llevó las manos a su cara y comenzó a reír ahogándose y brincando... me dio tanta felicidad verlo así de contento...

— ¡¡¡No me lo creo!!! ¿¡¡Una moto!!? ¡¡¡No!!!¡¡¡Me encanta!!! —Me sonreí satisfecho y le recibí el bolso mientras él tocaba la motocicleta y la recorría dando vueltas a su alrededor.

— ¡¡Ey!!... ¡¡La tocas mucho!! y a mí ni un beso me has dado.

— Ayy lo siento Tom... Pero es qué está muy bonita... ¿Es tuya? —Le cerré un ojo en señal de aceptación y Bill volvió a sonreír.

— ¿Puedo subirme?

— Siempre queriendo montarte a la primera.

—Antipático. —
Me reí mientras le entregaba el casco y Bill volvió a abrir su boca de la impresión?.

—¡¡Qué bonito!! ¿Es mío?

— Tal vez pueda invitar a alguna chica del bar para que se lo ponga y me acompañe a dar una vuelta.—Puso cara de cabreado y me pegó un puñetazo en el hombro.

— Por supuesto qué es para ti Bill... ¿Para quién más? —Sonrió conforme.

—¿A dónde me llevarás?

—¿Ahora?... Son las cuatro de la madrugada, Bill es muy tarde... Mañana te llevaré a algún sitio ahora tienes que ir a dormir.

—Aww no quiero... Llevame a dar una vuelta Tom... Anda... Di que sí. —
Puso cara de niño consentido y abanicó las pestañas para convencerme.

—Está bien... Pero solo una vuelta y luego a la cama ¿ok?

—¡¡¡Siiii!!! —Brincó de la felicidad como un niño pequeño y se puso el casco de inmediato, acomodó su cabello y puso sus manos en su cintura mirándome, esperando mi aceptación.

— Muy bonito... —Se sonrió conforme y se subió en la motocicleta sin perder más tiempo... Me puse el casco y me subí para manejar, Bill se echó para atrás y en cuanto me senté metió sus manos por mi cintura y se pegó como una lapa a mi espalda...
Encendí la motocicleta y me preparé para arrancar.

—Iremos por la carretera para probar un poco de velocidad... Volveremos por Sankt Pauli y bajaremos al río... Afirmate bien ¿OK?

—Sí, claro Tom.—Arranque y Bill soltó un pequeño grito casi femenino al asustarse, me apretó con fuerza y se encorababa mientras me incrustaba las manos en el abdomen... No quise ir tan rápido por el distrito, aún habían personas cerca y era imposible conducir a mayor velocidad, pero cuando llegamos a la carretera la infinita calle pavimentada estaba totalmente despejada y no dude en acelerar, Bill soltó un grito asustadizo pero a la vez disfrutando de la adrenalina.

Encadenados. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora