Capítulo 23.

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By Bill:

Cuando llegamos a Königstraße, de inmediato se sintió el cambio de ambiente entre Sank Pauli y El City Wohnen. Calles cálidas, limpias, iluminadas y sus murallas perfectamente cuidadas.
Apesar de lo tarde que era, pudimos ver personas caminando sin problema, ni miedo de la noche. La delincuencia debía ser mínima, en comparación a Reeperbhan.

Emma condujo con muchísima calma, su coche ni siquiera hacía el más mínimo ruido al avanzar y se sentía literalmente como si flotaramos sobre una nube.
El City Wohnen era una zona de Hoteles de hospedaje, y para nuestra sorpresa, Emma era la dueña de todos los departamentos del lugar.

—¿¡Todos son tuyos!? ¿¡Cuál es el truco!? ¿¡A quién estafaste!? —Le dijo el idiota de Andy y tuve que darle un golpe en el estómago para que se callara la boca.
Ambos estábamos sentados en los asientos traseros del coche y Emma había bajado hacia un subterráneo para parquear su coche.

—¡Digo!... No me mal entiendas Emma, pero... ¿Cómo mierda lo hiciste? ¿Tanto dinero ganas abriendo cuerpos? Yo eh abierto muchísimos y de gratis, nadie me paga por eso. —Se rió de su propio comentario y Emma también soltó una carcajada, así que esta vez no lo regañe.

—Mi Padre me heredó el Hotel cuando murió hace un par de años... Me vine a vivir a uno de los departamentos cuando quise independizarme. Mi Hermano Petter el mayor, se quedó con la mansión de mi Padre y cómo mi Madre nos dejó cuando éramos muy pequeños... Mi Padre no le heredó nada a ella. —Detuvo el coche al terminar de hablar y abrió su puerta para bajar.

Emma tenía su historia, era una chica sencilla, tenía muchos lujos pero estaba tan sola como nosotros. Eso me hizo sentir aún más ganas de conocerla, sería fabuloso llegar a tenerla como amiga, no por sus lujos, jamás fui una persona interesada, realmente quería poder acompañarla y que no se sintiera tan sola, sabía lo que se sentía y era fatal.
Andy y yo nos bajamos del coche mirando el enorme parqueadero de subterráneo con las bocas literalmente abiertas.

—Vamos al elevador. —Nos dijo apuntando hacia el costado izquierdo del parqueadero y comenzamos a caminar detrás de ella.

—¿Tienes amigas?. —Andy era tan imprudente para hacer sus preguntas, era curioso y jodidamente burdo.

—Mmm... La verdad solo tengo conocidas y conocidos del trabajo... Amistades de verdad... No... Es difícil hacer amigos en éste mundo. —Sonrió cuando ingresamos al elevador y de inmediato presionó el botón del tercer piso.

—Mi departamento está en el piso de más arriba, son en total 15 departamentos, 5 departamentos por piso.—El elevador comenzó a subir y Andy se abrió de piernas y se afirmó de las paredes cuando perdió estabilidad y no pude evitar reírme de él. Era tan cavernicola.

—¿Todos están ocupados?. —Le pregunté curioso.

—No todos, en mi piso están desocupados dos de ellos. —Respondió, y el elevador se detuvo abriendo sus puertas de inmediato.

Emma salió primero y cuando Andy y yo nos entramos al hermoso Holl, vimos lo amplio e iluminado qué era. Enormes ventanales por en frente, que dejaban a la vista toda la ciudad y se veía la luna tan enorme que corrí a mirar como un niño, asombrado y embobado.

—Es precioso. —Dije en un balbuceo y Emma me observó sonriente mientras buscaba sus llaves en su bolsa.
Habían tal y como ella nos había mencionado, cinco departamentos allí, dos a cada lado del elevador y uno al final del pasillo, con el Número 5 marcado en un tablero dorado.

—Tiene excelente vista. —Dijo Andy igual de embobado qué yo. Mirando por el ventanal mientras apoyaba sus manos en el cristal, ensuciandolo.

—¿Entramos?.—Nos preguntó al notar que estábamos demasiado entretenidos. Andy y yo de inmediato accedimos a su petición y caminamos hasta dónde ella estaba.

Encadenados. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora