Capítulo 19.

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By Tom:

Tal y como me los había imaginado. Dos par de idiotas con aires de poderosos, más jóvenes que yo, tan solo unos muchachos y metidos en un lío personal conmigo sin siquiera estar enterados.

—No se han movido, ni se han bajado de la camioneta en todo este tiempo... El del volante hizo un par de llamadas a un tal Jean Paul, pude oirlo porque tiene la ventanilla abajo... No saben que sus hombres murieron, siguen esperando a que ellos regresen. —Me sonreí moviendo mi cabeza de lado a lado al escuchar a Kam.

—Bien... Vamos a reventarles la burbuja de la ilusión entonces. —Me salí detrás de la enorme roca y comencé a caminar en dirección a aquella camioneta parqueada en mi distrito.
Andy, Kam y Ronnie me siguieron detrás entusiasmados.

Cuando ya estábamos demasiado cerca de ellos nos detuvimos, y vi los ojos del chófer mirándome por el espejo retrovisor. Se sorprendió, como era de esperarse. Nunca se imaginaron qué vendríamos por ellos.
Se volteó precipitadamente alertando a su compañero y los dos se nos quedaron viendo hacia atrás, aterrados.

—¡¡Ah llegado carta!!. —Grito Andy divertido.

—¿¡Para quién!?. —Le preguntó Kam siguiendole el juego de inmediato.

—¡¡Para los Señoritos, Leónidas y Matthew!!.

—¿¡Y qué dice la carta!?. —El tono burlón qué ambos usaban no era divertido, era espeluznante teniendo en cuenta que todos estábamos armados y les teníamos acorralados.

—¡¡Dice más o menos así!!... ¡¡Hijos de perra... Llegó la hora de morir!! —Respondió Andy, para luego reírse a carcajadas. Pero el par de idiotas se quedaron pegados a los asientos sin intenciones de darnos la cara y en un acto de extrema cobardía, aseguraron las puertas del coche.

—¡¡Jajjajajajjaja!! ¡¡Lo bien que me la voy a pasar con éstos idiotas!!. —Insistió Andreas. Pero yo no sentía ganas de reírme, no me hacía gracia para nada, solo quería sacarlos del coche para matarlos sin perder tiempo y regresar a la pensión para ver a Gerard.

—¡¡Rompan los putos vidrios y sáquenlos de ahí, ahora!. —Les ordené, y de inmediato los tres corrieron a la camioneta apresurados y felices de que la acción comenzaba.

Kam, se trepó corriendo sobre la camioneta y al llegar al techo, comenzó a saltar y dar brincos provocando que el coche se remeciera de un lado a otro.

—¡¡Guten Morgen, hijos de la grandisima Puta!!. —Le dijo Andy al pedazo de mierda qué conducía y se rió en su cara sacando la lengua y haciendo muecas exageradas.
Con la empuñadura de su pistola, rompió el cristal del Piloto y ambos idiotas se protegieron detrás de sus brazos cuando los vidrios estallaron.

—¡¡Ven aquí pedazo de mierda!! ¡¡No te me vas a escapar!!. —Andy tomó al sujeto del pecho y comenzó a jalarlo para sacarlo por el espacio de la ventanilla, pero el tipo se resistía.

Di la vuelta por el lado del copiloto y mientras Kam seguía brincando en el techo le hice una señal a Ronnie para que me siguiera.
Con el codo, rompí el cristal de un solo golpe y ni siquiera sentí una pisca de dolor. El efecto del Éxtasis comenzaba a irse poco a poco de mi cuerpo, cada vez me sentía más lúcido pero estaba tan enfadado, tan enrabiado que no necesite droga para ser aquel Tom que acostumbraba ser.

—¡¡Sacalo del coche, Ronnie!!. —Se trepó dentro metiéndose por la ventanilla pero el bastardo cobarde comenzó a escabullirse hacia los asientos traseros y Ronnie metió todo su torso intentando agarrarlo.

—¡¡Kam!! ¡¡Baja de ahí y ayúdame a sacar a estos idiotas!!. —Dejó de saltar y se deslizó por el parabrisas trasero. Al quedar pisando tierra firme, rompió el cristal con su pistola y al bastardo no le quedó escapatoria.
Ronnie lo atrapó de un pie y Kam comenzó a jalarlo de la camiseta.

Encadenados. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora