Capítulo Final.

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By Bill.

—Recuerdalo muy bien Tom, no le gusta que le digan Señora, ni Tía, ni muchos menos vayas a tratarla de "usted" odia sentirse vieja aunque lo esté, hablale de "tú" llamala por su nombre, Charlotte a secas, y te amara. No digas groserías ni palabrotas, también las odia, además debes quítarte la gorra antes de entrar y una última cosa... Súbete los pantalones o se dará cuenta qué eres un yankee criminal. —Tom me escuchaba con atención y repetía cada palabra en un suave balbuceo para memorizar mis indicaciones.
Estábamos apunto de llegar al barrio Mitte en Berlín después de tres largas horas de viaje.
Tom estaba nerviosisimo, le sudaba la frente al conducir y llevaba rato sin decir una sola palabra.

—Los Hijos de Gordon son un poco fastidiosos, pero te pido porfavor que les tengas paciencia y no vayas a asustarlos. Solo serán dos días Tom, mi Madre está muy contenta de que vayamos y no quiero hacerla sentir mal. —¿Podré fumar marihuana? —No Tom Ni de joda.
—¿Cigarrillo? —Lo odia. —¿Beber cerveza?
—Mmmm... Talvez... Si Gordon te ofrece beber con él, pues entonces si.

— Bien... Creo que podré con eso. — Y no te pongas nervioso. Mamá es un poco estricta, pero es buena mujer... Es muy abierta de mente en cuanto a las relaciones así que no habrá problema con eso.

— ¿Le dirás?. —¿Qué cosa?. —Qué tú y yo... Ya sabes... Qué somos... — ¿Novios? ¡¡Por supuesto!! A eso vinimos Tom... Pero te repito, no te preocupes por eso... Mamá entenderá la situación a la perfección. —
Su rostro estaba pálido, parecía enfermo o tener un gran dolor de estómago porque se Apretaba el abdomen en repetidas ocasiones y no tenía otra expresión en la cara que no fuera de pánico.

Cuando llegamos a Mitte, se me apretó el estómago a mí también, ver las casas tan familiares alrededor, el barrio, las personas, todo era tan distinto a Sankt Pauli, ya no habían bares, ni centros nocturnos, las mujeres vestían sus largos vestidos, paseaban con sus hijos y sus mascotas y la idea de que la delincuencia había quedado en el Distrito era lo único que me alegraba.

No me gustaba éste lugar, me traía malos recuerdos, odia Berlín, pero ahora todo era diferente, ahora venía acompañado de alguien que me hacía sentir seguro, de alguien que me cuidaba, que me amaba y eso me daba la fortaleza suficiente para haber regresado hasta aquí...

Cuando tuvimos la casa de mamá en frente de nuestras narices, Tom se estacionó lentamente cómo si hiciera tiempo para no entrar aún... Eso le dio el tiempo suficiente a Mamá para salir a recibirnos y cuando abrió la puerta sentí una enorme melancolía al instante.

Tom se quitó la gorra de inmediato y tomó aire profundo... Me dio tanta ternura verle así de nervioso, tan preocupado por ser aceptado, sabía que para él estás cosas no eran fáciles, sabía que no estaba acostumbrado a tener una cena familiar, intentar encajar en un sitio completamente extraño para él.

—Bill... ¿Qué pasará si... Si... Bueno... Si no le caigo bien a tú madre?. No quiero que tengas problemas con ella por mi culpa... Ya sabes... No soy el tipo de persona que una madre espera como pareja para su hijo...
La entendería perfectamente si... Si no le gustó para ti. —Su tono de voz preocupado y apagado era la confirmación para todos mis miedos... Tom me demostraba con todo su corazón cuanto le importaba en realidad.

—Escúchame una cosa Tom. —Le pedí afirmando su brazo antes de bajar y enfrentarnos ante aquel momento tan esperado para mí.
Tom me miró fijamente a los ojos y me presto toda su atención.

—No quiero que finjas ser una persona que no eres... Por razones obvias no podemos contarle a mamá a lo que te dedicas ni mucho menos mensionar las drogas... Pero en cuanto a todo lo demás... Sé tú mismo... Yo estoy de tú lado, si te sientes incómodo por algo no dudes en decírmelo... Créeme que no dudaré en salir de allí de inmediato... Para mí tú estás primero Tom... ¿Entendido?. —Una pequeña sonrisa de alivio se le dibujo en el rostro de inmediato.

Encadenados. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora