Cap. 7.

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By Bill.

Mí cuerpo no era algo de lo que me sintiera orgulloso, odiaba mis delgadas piernas y mi pecho esquelético. Había nacido probablemente con intenciones de ser una chica, pero en el proceso de desarrollo de mi cuerpo en el vientre de mi madre, me había aparecido polla en vez de una vagina.

Odiaba mi estómago hundido y mi aspecto poco sano, la verdad siempre había tenido muy buen apetito y la comida era mi pasión después del arte de dormir, y no entendía la razón de porqué la comida no me hacía efecto como a las demás personas, nunca ganaba musculatura y siempre luchaba por conseguir alguna qué otra curva en mi cuerpo pero siempre eran luchas que perdía en el intento.

Tenía mil complejos al verme desnudo, y qué alguien me viera en poca ropa o sin ella era aún más vergonzoso y pudoroso para mí, me aterraba qué alguien me dijera lo feo y poco sexy que era mi cuerpo, así que simplemente había tomado la decisión de nunca mostrarme a nadie y evitar ese bochorno, sin novias, sin sexo de una sola noche, sin pareja, sin nada.

Pero ahora estaba en frente de Tom, un hombre, con el cuerpo más sensual, sexy y masculino que podía existir, y me entregaba a él sin pensar en esos complejos porque olvidaba mis miedos cuando él me miraba con esa intensidad, Tom veía más allá de mis defectos, de mi delgadez y me hacía sentir deseado, no entendía qué era lo que veía en mí, me costaba entender por qué se había interesado en un hombre tan poco agraciado como yo.

Desnudo de pies a cabeza... Tendido en la cama y su boca recorriendo mi piel... Tom era demasiado hombre, demasido bueno con la boca y con su lengua, me revolvía en las sábanas del placer que me causaban sus apasionados besos y viajaba por otro mundo mientras él me tenía en sus brazos...

—Eres delicioso.

—No... el delicioso eres tú. —
Nos ahogabamos en jadeos, incrustaba mis dedos en su dura espalda mientras él me mordía el pecho como si quisiera arrancarme un pedazo de carne... Nuestros miembros chocaban endurecidos y ansiosos, me sentía tan excitado, había logrado una tremenda ereccion y me sentía tan húmedo, tan acalorado...
Tom subió hasta mi cuello y comenzó a frotarse encima de mi cuerpo, su miembro se restregaba con el mío y parte de mi abdomen dejando mojada mi piel con su semen.

—Quiero montarte Bill... Entregame ese delicioso culo.—Era extraño sentir ganas de que Tom me penetrara y a la misma vez tener ganas de meterselo yo... Los gays de seguro siempre tenían el mismo lío.

—Tom... Haré lo qué me pidas... Pero... También quiero metértelo.—
Yo se lo había dicho muy en serio, entre mi excitacion y mis palabras ahogadas, pero Tom se despegó de mi cuello y me observó con aún rastros de excitacion en su rostro.

— No Bill... Ni hablar... No hables estupideces.—Me miraba directamente a los ojos y realmente se había molestado con mi propuesta...
Toqué con mi mano su pecho y mordí mis labios para tentarlo, me tomó el mentón con su mano y lo apretó con fuerza, me dio un beso apretado y doloroso y antes de despegarse mordió mi labio inferior estirandolo con sus dientes.

—Aahhh.—me queje.

— ¿Lo entiendes Bill?... Yo te lastimo... Tú sufres, yo te hago guarradas y tu las soportas... Así es el juego, tú abres el culo para mí y yo te monto hasta hacerte sangrar. —
Mierda lo vulgar, lo cruel, lo sucio qué Tom se comportaba me excito demasiado, ¿cómo podía gustarme tanto que me hablara así?...

—Pero... Yo también quiero... —
Volvió a apretar mi mentón y esta vez mordió mi rostro hasta acercarse a mi oído.

— Te gustará... Prometo que será lo más rico que hayas sentido en tú vida.—
Mierda me lo decía tan sexy qué se me hacía imposible negarme... Apreté su espalda con mis dos manos y me aferre a él, tal vez si le obedecía lograba encontrar el placer en sus peticiones y si eso no pasaba ya veríamos después, por el momento necesitaba concretar el acto con él.

Encadenados. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora