Encadenados Parte 2. Capítulo 1.

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By Tom:

Flashback.

Los copos de nieve se amontonaban en las veredas poco a poco, el invierno había llegado en todo su esplendor a la ciudad de Hamburgo, pero con el también venía el hambre, el frío, el dolor de huesos y la soledad.
Llevaba tres largos meses viviendo en las calles de Sankt Pauli, de un basurero a otro buscando comida y pidiendo limosna para poder comer y poder consumir drogas. Dormía en Las Plazas, en los Hospitales, en las Iglesias o en los callejones de la zona.
Así me la pasaba, deambulando día y noche, intentando mantenerme vivo.

Una de esas tantas noches caminaba buscando un lugar donde quedarme, cuando al pasar por afuera de la iglesia de San Nicolás, me detuve al observar a pocos pasos de distancia como dos sujetos comenzaban una extraña discusión. Sin entender el contexto de la situación me quedé observando detrás de un enorme Pilar de concreto, sigiloso, atento, muy despierto pese al cansancio que siempre traía por la falta de comida y también de una cama caliente para poder descansar y dormir.

—¡Hijo de puta, voy a romperte la cara!. —el primer puñetazo lo daba el hombre robusto, panzón, de poco pelo y vestido como el típico viejo indecente que se recuesta en su apestoso sofá un domingo por la tarde a ver la televisión y beber cerveza.

—¡Págame mi dinero!. —volvió a decir el panzón, pero el otro hombre no le respondía ni los insultos ni los golpes, le dio alrededor de cuatro puñetazos más y fue entonces, cuando mi estupidez quiso ir a involucrarse en un pleito que no le correspondía en absoluto.
Con 15 años de edad, debilucho, delgado como un lápiz y con cara de pendejo idiota, así, con esas absurdas características corrí, corrí como un Maldito loco y cuando tuve al abusivo a dos pasos de mí,  le lancé una patada por los aires hasta darle de lleno en la costilla izquierda el panzón, este salió disparado y rodó en el asfalto quedando boca abajo en el suelo, medio aturdido pero bufando del dolor.

—pero... ¿¡que carajos!? — ladeó su cabeza para mirarme y antes de que pudiera levantarse le di otra patada más para noquearlo por completo. Miré entonces de reojo al otro sujeto que completamente sorprendido me observaba sin moverse y me agaché rápidamente para robarle todo lo que fuera de valor al herido. Yo no era un superhéroe nocturno que defendía personas por amor a la humanidad, yo era un sobreviviente, un drogadicto, uno dispuesto a cualquier cosa para obtener lo que el cuerpo le pedía, comida y droga.

Fin del Flashback.

Francia, 6 meses después.
By Tom:

—Tom... Tom... ¡Tom! ¡despierta ya! —regresaba a la realidad lentamente al oírlo. —hijo de perra. —balbucee.

—¡¿que!? ¡¿a quién le llamas así!? ¡Tom!. —abrí un ojo y vi su rostro medio borroso, el lugar estaba tan iluminado que me dolío mirar y tuve que frotarme con ambas manos los ojos para poder verle con claridad.

—¿Estabas soñando con peleas otra vez? —Sí, eso creo. — respondí perezoso.
—¿Por qué tus sueños siempre son tan raros Tom? Siempre sueñas con peleas, todo es violencia en tú cabeza hasta cuando duermes. — lo vi alzar una Ceja de manera divertida y sonrió.
Al fin yo había podido abrir los dos ojos y lo primero que estos veían era él, a Bill.

—Levántate, Hay que volver a Alemania. —sonreía radiante, su sonrisa y sus ojos brillaban.

Llevábamos dos largos, lindos, pero también agotadores meses de estadía en Francia, en dónde sin duda alguna habíamos vivido tiempos maravillosos para los dos. Aquí, todo era más sencillo, no habían complicaciones, con Bill nos entendíamos bien y el lugar obviamente lo hacía todo más mágico. Bill decía que Francia tenía un aire romántico y que eso nos hacía bien como pareja de enamorados, sobre todo París, donde él se había quedado embobado con el lugar y obviamente yo también.
Pero luego de pasarnos esos dos largos meses en un país completamente desconocido para ambos, yo, ya sentía la desesperación y la ansiedad de querer regresar a Alemania, y al fin, ese día había llegado.
Fueron cuatro meses los que vivimos en Berlín junto a su madre, más dos meses de estadía en Francia, que daban un total de seis largos meses sin ver a mi gente, mi familia, la banda, La ratonera, Sankt Pauli, el callejón Reeperbahn, la pensión.

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