Capítulo 26.

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By Gerard:

Tenía frente a mí al hombre más hermoso del mundo, y aunque muchas veces lo había tenido a mi lado, acompañándome, riendo, compartiendo o metido en algún lío de esos que siempre se veía envuelto y me tocaba salvarlo, jamás, nunca lo había tenido así como ahora, mirándome de esa manera, avergonzado, quieto y sumiso dejándose llevar por el calor que siempre supe, ambos  teníamos escondido.

Recorrí su espalda con mi mano y me dejó tocarle, me parecía un bendito sueño poder acariciar su anatomía tan perfecta, tan femenina. Bill era jodidamente pornografico, su rostro era tan delicado, tan suave como el de una verdadera mujer, era de otro mundo.

—No puedo... Gerard... No puedo. —Me Habló con extrema sensualidad, y me estaba costando trabajo resistirme a tanto calor.

Me acerqué a su boca y me detuve a tan solo centímetros, lo tome con ambas manos de su cintura y obligue a nuestros cuerpos a encontrarse, su pelvis encajo en la mía y Bill suspiró.

—Aaahhh... Gerard... Detente por favor. —Me pidió y allí me quedé, bien quieto con mi pene aplastando el suyo. Miré su boca entre abierta y sentí la necesidad de probar sus labios, pero no obligaría a Bill a darme en el gusto, lo que yo quería realmente, era darle en el gusto a él, porque verle acalorado y excitado era mi premio.

—Déjame acariciarte un poco más... Solo un poco más, por favor. —Le pedí suplicando y la voz me sonó tan distorsionada que vi cómo se excito al oirme.

Con sus ojos cerrados, su boca entre abierta como pidiéndome a gritos que lo besara, vi también como su rostro se relajó cuando mis manos recorrieron su pecho hasta llegar a su cuello.

—Mírame. —Le pedí y Bill abrió sus ojos lentamente para cumplirme el capricho.

—Aquí me tienes... Sabes que me tienes. —Le dije con la voz ahogada y mordió su labio inferior con lascivia. Tomé su cuello con la mano abierta enterrando mis dedos en su mentón y me sonrió con descaro.
Le cargue mi pelvis a la suya, y pude sentir su pene con el mío, ambos duros y desesperados por conocerse.

—Esto está mal... Muy mal y lo sabes. —Me dijo en un susurro acercándose demasiado a  mi boca y nuestros labios pudieron rozarse apenas.

—Vale la pena ir al infierno por ti. —Cerró sus ojos cuando mi aliento le pegó en la boca y su rostro volvió a relajarse. Me era tan tentador ver que yo era el culpable de aquellas expresiones tan acaloradas.

Sabía perfectamente que estaba cruzando una línea ilegal, me estaba metiendo en terreno prohibido, probablemente poniendo mi vida en riesgo al atreverme a tocar al chico del que mi mejor amigo, estaba enamorado. Pero también sentía profunda rabia de tener que contenerme sabiendo qué Tom lo había lastimado, se había atrevido a engañarlo cuando Bill lo único que merecía, era que le dieran caricias y lo hicieran feliz.

Recordé las palabras de Aline en aquel sueño. "Sentirás la conexión con alguien más, y allí estaré, para que nos volvamos a reencontrar". ¿Ese alguien más, sería Bill? ¿Era posible que Aline me lo hubiera dicho porque sabía lo que ocurriría entre nosotros?.

Deslice mi dedo pulgar por su labio inferior, tocando aquella tentadora boca al fin. Y Bill abrió sus ojos mirándome como un pequeño gatito asustadizo.

—Tengo que comerte en algún momento... Tienes que dejar que te pruebe, Bill. —Roce mi boca con la suya y Bill suspiro ahogado, dejándome oler su interior por completo. Y saqué mi legua con descaro y la deslice por sus labios mandando a la mierda todo.

—Aaaahhhh.— gimió. —Me gustas. —Lo admitía al fin. Y conforme con su declaración, Quité mis manos de su cuerpo de golpe, obligandome a abandonar lo que no me pertenecía.

Encadenados. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora