Capítulo 4.

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By Tom:

Flashback.

Ver el cielo completame oscuro mientras intentaba recuperar el aliento en un tiempo máximo de 3 malditos segundos, era algo que me había acostumbrado a hacer.
No sentía ninguna parte de mi delgado cuerpo, la visión de mis ojos se me volvía borrosa y estaba tan aturdido que el siguiente golpe me pillo de sorpresa, tirándome al suelo del ring en cosa de un parpadeo.

-¡¡Levántate!! ¡¡Levántate ahora mismo!! ¡¡Aposté mucho dinero por ti!!. - tosí ahogado escupiendo mi propia sangre coagulada y me levante al escuchar sus gritos.

-¡¡Eso muchacho!! ¡¡Arriba!!. -Gritó Jerry cerca de las gradas.

-¡¡Ganale a ese cabron y muestrame de que estás hecho Tom!!. -La paga que me esperaba si vencía al gilipollas de mi oponente me alcanzaría para drogarme una semana completa.

Enderece mi postura y tome posición nuevamente. Tenía un ojo tan inflamado que me entorpecia la visión y con más de algún hueso rotó me avalancé sobre mi oponente para comenzar a golpearlo otra vez, puñetazo tras puñetazo sin detenerme.

-¡Tom! ¡Tom! ¡Tom!. -
Oía mi nombre en un coro, la ovación de todos los presentes excitados por verme ganar y yo simplemente me comportaba como el animal que era. Golpear era mi naturaleza, sentía tanta rabia en mi interior qué pelear hasta asesinar a golpes a alguien era la manera perfecta de drenar ese odio, me había acostumbrado a hacerlo y hasta me gustaba y lo disfrutaba.

Sonreí al ver a mi oponente tirado en el ring cubierto de su sangre y completamente inconsciente.
Las manos del árbitro tomaron mi brazo y me jalaron para presentar mi victoria al público presente y recibí los gritos y aplausos de cada infeliz del lugar. Amaban ver como nos golpeabamos y nos desfigurabamos los rostros a puñetazos solo por su diversión. Pagaban y apostaban grandes sumas de dinero hacia su luchador favorito y nosotros alimentabamos su morbo subiendonos al ring dispuestos a matar o morir.

-¡¡Ven aquí muchacho!! ¡¡Bien hecho!! ¡¡Estoy muy orgulloso de ti!! ¡¡Eres mi gallina de los Huevos de oro!!. -Había conocido a Jerry aquella noche en las calles de Sankt Pauli después de haberlo golpeado a él y haberle robado todo su dinero. Jerry había quedado tan fascinado con mi potencial para pelear con tan solo 12 años de edad, que no había desaprovechado su oportunidad. Me buscó por días hasta dar con mi paradero y me ofreció esa vida. Peleas clandestinas qué él dirigía para ganar dinero a costilla de la sangre de todos los que peleábamos en el ring por unos cuantos euros.

-Quiero la mitad. -¿¡es una puta broma!? Tienes el 30% no te daré más. Ese fue nuestro acuerdo. -Llevaba 2 años peleando y ganando el miserable 30% de cada pelea ganada y yo no era de perder, no me iba del Ring hasta ver a mi oponente agonico.

-¡Quiero el 50% Jerry!. -Insistí y Jerry Me empujó desde el pecho azotando mi cuerpo sobre la pared del camerino y en la condición deplorable que me encontraba no fui capaz de sostenerme de pie y caí de culo al suelo mientras él me observaba enfadado.

-No te atrevas a enfrentarte a mi Tom... O Haré que mis hombres te saquen a patadas y te iras de aquí sin un quinto. -En un buen estado me hubiera parado y le hubiera reventado la cara sin problema al imbécil de Jerry, pero estaba tan agotado que ni siquiera fui capaz de pararme del suelo.

-Eres un mal agradecido, hace dos años que te doy trabajo ¿¡y así me pagas!?.-Insistió enrabiado.

-Vete a la mierda. -Dijo bufando y me lanzó en la cara los euros que según él me merecía.
Tomé el dinero como un maldito desesperado y junte cada euro en mis manos para largarme de allí.

Llevaba una vida tan miserable que regresar a casa en días como ese, no era una opción para mi. Seguramente tendría que aguantar las miradas de lastima de Mamá y estaba tan asqueado de verla llorar todo el tiempo por mi culpa, que me decidí a pasar otra noche más a la deriva.

Encadenados. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora