♡*:.｡. cσqυєτσs sєทτiмiєทτσs .｡.:*♡ YoonMin (ℓiвrσ τrєs)

💞 cαρiτυℓσ τrєiทτα y σcнσ ( ραrτє ∂σs ) 💞

• Capítulo especial •

Min Jaeh ( 25 años )

Min GiYoon ( 16 años )

Min Zael ( 13 años )

Min YoonGi ( 2 años )

Min TaeHyung ( 1 año )

Años atrás...

— Listo. Hemos terminado.

Jaeh sonrió cuando miró su trabajo ya culminado a la perfección.

— A parte de guapo, eres increíble.

— Eso ya es un don — Murmuró — Un don que le heredé a mis pichones.

La mujer rubia giró la cabeza para poder ver al par de niños que estaban en toda la pequeña sala. El niño de ojitos gatunos se encontraba sentado en el piso, con una libreta llena de garabatos mientras se rayaba los bracitos con los marcadores. El niño de sonrisita geométrica estaba riendo a carcajadas, pues se encontraba abrazando la pierna de su papá, Jaeh.

— ¿No les estás buscando una madrastra?

Ante sus palabras llenas de lasciva, Jaeh rió y luego negó.

— Tu oferta es tentadora, pero no la estoy buscando — Respondió — Aunque valoro tu buen gusto.

La rubia le sonrió antes de ponerse de pie para ir hacia el espejo y poder verse el tatuaje que le había hecho en la parte de la pelvis.

— Sabes utilizar muy bien esas manos.

— Ya me lo habían dicho.

Jaeh sonrió y emocionado tomó a su hijo más pequeño para poder cargarlo y sentarlo en sus piernas mientras YoonGi se levantaba del piso con la libreta en mano solo para ir directo hacia él y así poder mostrarle el dibujo que con tanto esfuerzo había hecho.

— Está muy bonito, gatito — Sonrió — ¿Tú también quieres ser tatuador?

— ¿Pago en la caja o te pago a ti?

Tras escuchar el tono coqueto y las dobles intenciones escondidas en la pregunta, él levantó la cabeza justo cuando la rubia se le puso en frente.

— Me gustaría que me pagaras aquí, pero tengo a mis pichones presente y eso sería una falta de respeto para ellos — Respondió — Otro día con más calma.

La rubia le sonrió mientras tomaba su bolso, ya luego apoyó las manos en los porta brazos de la silla giratoria para darle como recompensa por su buen trabajo, un beso en los labios.

— Cuando quieras una madrastra para tus pichones, me avisas.

Segundos después de decir tal cosa, se incorporó con una sonrisa y luego se dirigió hacia la puerta, dejando a Jaeh con sus dos pequeños hijos.

— Ese es el problema de ser tan irresistible — Murmuró mientras negaba con la cabeza — Ya la gente no me deja ni para amigo.

Suspirando bajó la cabeza para ver a sus dos pequeños. Sonrió con amor por lo bonitos que eran.

Aunque ese par no fue planeado y nacieron a causa de dos condones rotos, para él eran su vida junto con sus dos hermanos menores.

— Ya los condones no los hacen como antes.

Terrible.

Dejó un beso sobre la frente de los niños y luego miró la hora en su reloj.

— Vámonos, pichones. Debemos ir por sus tíos a la escuela.