💓 cαρiτυℓσ ciทcυєทτα y cυατrσ 💓

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Jaeh llevaba siendo amigo de Yael por mucho tiempo, lo conocía como a la palma de su mano y sabía la clase de ser perverso que era, por lo que ni siquiera se molestó en cuanto lo abrazó por la espalda y dejó algunos besos en su cuello solo por joder.

— Silla eléctrica — Murmuró — Los únicos que tienen acceso a ella son tus hermanos y JimDae.

— No quiero que ellos se acerquen a ella — Respondió Jaeh — Necesito que se mantengan alejados de ella lo mejor posible.

— ¿Quieres hacer algo con esa mujer?

Él soltó un suspiró y decidió dejar el celular a un lado debido a que estaban dentro de la alberca y el aparato se podía mojar.

— ¿Puedes conseguir permiso para verla?

— Soy el jefe, no necesito permiso — Yael rió — ¿Qué tienes planeado?

— Volverla loca, completamente loca.

— ¿Sí? A mí me vuelves loco.

Ante su cero seriedad, Jaeh chasqueó la lengua y luego le dio un codazo en las costillas para que lo soltara.

— Quiero que ella sienta lo que me hizo sentir a mí, ¿entiendes? Solo que no necesito drogas para hacerlo — Explicó — Voy a cobrarle cada mierda que le hizo a mi cachorro.

— Tienes suerte de que te quité el reloj, no quiero que quedes quemado ante tantas descargas — Se burló Yael — Pero no le digas a SooRa, nos mataría a los dos.

— Voy a matar a tu sobrino en cuanto lo vea.

— ¿De qué sobrino hablamos?

— El que tiene problemas de ira.

— Él no tiene problemas de ira — Aclaró — Solo carece de paciencia.

Jaeh giró los ojos y después se apoyó en el filo de la alberca con los brazos cruzados mientras gruñía tras imaginar que su gatito estaba con alguien.

— ¿Cuál era la necesidad de estar con alguien? La soltería es buena.

— Los seres humanos necesitamos sexo — Respondió Yael — Un polvo cada dos horas aproximadamente.

— ¿Es que todos los Park son adictos al sexo o solo tú?

Él se encogió de hombros antes de buscar cómo encender un cigarro.

— Solo tú que no quieres disfrutar la vida.

— Que no te diga que me divierto, no significa que no lo haga.

— ¿Ah, sí?

Tratando por todos los medios de no dar a relucir los celos, asintió en cuanto se empinó el trago de whisky que Jaeh le tendió.

— Pensé que ya estabas oxidado.

— Eso no piensan las mujeres, Yael.

Él sonrió solo porque sí, pero luego se mordió la lengua ante los celos que sentía.

— Felicitaciones, entonces — Murmuró — Sigue así.




























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