La fiesta, por lo que escuché esta mañana, terminó a las tres de la mañana. Zaid fue el último en retirarse y estoy seguro que la razón es porque él es el alma de cualquier fiesta. Ese rasgo suyo fue lo primero que noté cuando recién lo conocí.
Zaid y yo fuimos los primeros en llegar a la empresa, y lo hicimos por medio de audiciones presenciales. El Grande buscaba hacer una banda masculina muy exitosa y convertirla en su principal proyecto, pero en los anuncios de las audiciones, no mencionaron para qué eran. Los carteles sólo decían "proyecto confidencial" por parte de King Entertainment. Recuerdo que ya tenía unos días viviendo en Nueva York y aún seguía familiarizándome con la cultura y las costumbres, como que es sumamente normal llegar tarde a cualquier lado. Yo tengo entendido que ser puntual es llegar, mínimo, cinco o diez minutos antes (o incluso, justo a la hora acordada). Sin embargo, aquí llegar puntual es llegar diez, quince o veinte minutos tarde.
Yo fui el primero en la fila para las audiciones en el edificio de la empresa, y mientras pasaban las horas, detrás de mí ya se encontraban miles de cabezas (con o sin cabello). Puedo afirmar con seguridad que no estaba nervioso, pero había una electricidad dentro de mí que esperaba paciente a salir de mi cuerpo. ¿Así se sienten los nervios? Los síntomas comunes del nerviosismo son temblores, sudoración y ganas de ir al sanitario. Quizás como nunca los he experimentado, puedo decir que nunca he estado nervioso.
Los chicos detrás de mí estaban en completo silencio, pero la emoción o la ansiedad (quizá) les salía disparada de los ojos. Algunos murmuraban por lo bajo; yo supongo que estaban repasando la canción que cantarían para que no se les olvidara. Y de pronto, escuché una voz un poco ronca pero muy carismática; como si fuera una voz difícil de olvidar.
–¡Claro que los conozco! Pero no se comparan a los ganadores de ese año, Obsesse.
"¿Obsesse? ¡Esa banda es viejísima!" fue lo primero que pensé. Estaba seguro que los demás se burlarían del comentario emitido por el desconocido, pero... no hubo risas. En su lugar, los otros participantes de la conversación dieron su opinión y estaban de acuerdo con él. ¡Estaban de acuerdo con él! Y justo momentos antes, juré que había escuchado comentarios contrarios a lo que el enérgico desconocido había expresado.
–Pero todos sabemos que los premios nunca definen la calidad. O al menos ahora.
Algo en lo que estoy completamente de acuerdo con el desconocido. Guiado ciegamente por la curiosidad, quise darle un rostro a esa actitud segura y alegre. Entonces me giro sobre mis talones y trato de ubicar la voz, y comienzo a leer los labios de los demás para saber de quién es esa voz.
Y lo encuentro. El ya no tan desconocido es un chico alto, con el cabello corto tupido color negro y una barba del mismo color muy bien cuidada; es señal de que le importa su aspecto personal. Se ve de complexión normal; ni tan delgado ni tan fornido. Usa una chaqueta negra, una playera color vino y lo que yo supongo, unos pantalones negros. Aún cuando no está acaparando la conversación, se le nota una sonrisa pícara y audaz, como si estuviera esperando el momento justo para emitir un comentario sarcástico o un chiste. "En la escuela, de seguro fuiste el payaso de tu clase", pensé.
Justo cuando lo terminé de examinar, una joven practicante se acerca a mí y me pega un papel en el pecho sin siquiera preguntarme... ni mirarme.
–Tu número es el 001. Cuando te lo indique, pasa dentro y siéntate en la primera silla a tu derecha– dice, y sigue sin mirarme.
–¿Por qué no es el número uno y ya?– pregunté.
–Yo no hice los formatos. Ahora quédate aquí y no te muevas hasta que yo te diga– terminó y se fue.
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¡Estoy en la Banda!
RomanceParis Díaz es la hija perfecta, según sus padres: excelentes calificaciones, las mejores recomendaciones por parte de sus maestros y una alumna ejemplar. Sin embargo, ese sueño no es suyo. Y siente que se le acaba el tiempo para poder lograr lo que...