Me vuelvo a sentar, todavía en shock por lo que acaba de pasar, aunque ya lo esperaba. Eso es lo que me afecta aún más: ya sabía que esto podía suceder, pero igual yo tenía una pequeña chispa de esperanza, donde Daniel aceptaba y comprendía lo que le acababa de contar.
Todos los demás clientes vieron la escena con asombro, pero lo disimularon (o al menos, intentaron hacerlo). Gio se me acerca, y suavemente se sienta a un lado de mí.
–¿Qué sucedió, mi niña?– me pregunta casi en susurros.
Intento formular una respuesta, pero nada sale de mis labios. Si Daniel no era a quien en verdad quería, ¿por qué me dolía tanto su partida?
–¿Quieres que te traiga otro café?
–No Gio, gracias. Creo que mejor me iré; necesito estar un tiempo a solas– respondo.
Acto seguido, tomo mis cosas, le agradezco a Gio por sus atenciones y me despido de ella, para salir del café e irme directamente al edificio de King Enterteinment. Camino a paso rápido, porque comienzan a caer unas gotas de lluvia.
"Lo que me faltaba", pienso molesta. Comienzo a acelerar aún más el paso, cuando siento la presencia de alguien más detrás de mí. Me giro bruscamente para ver de quién se trata, pero no hay nadie. No quiero pensar cosas, porque luego me autosugestiono y pienso que de verdad, alguien me está siguiendo. Vuelvo a seguir con mi ritmo, porque ahora es una lluvia tranquila la que cae, pero de nuevo, siento esa presencia detrás de mí. Intento girarme sobre mis talones, pero por el pavimento húmedo, me tropiezo.
Hasta que alguien me toma de la mano y evita que me caiga completamente al suelo. Es un hombre con una gorra y un cubrebocas.
–¿Te encuentras bien?– me pregunta el hombre, el cual tiene una voz familiar.
"Oh, espera. Ya sé quién es". –¿Ji-Hu? ¿Qué haces afuera?
Ji-Hu me ayuda a incorporarme. –Lo mismo tengo que preguntarte a ti.
–Pues no te voy a contestar; ahora no estoy de humor– digo, y agacho la mirada.
–Mejor vámonos, porque creo que va a caer un aguacero muy duro.
–No podemos irnos caminando– digo.
–Entonces tomemos un taxi.
Y antes de que lo pudiera llamar, Ji-Hu se quita su sudadera y la extiende en los hombros y cabeza, para que el agua de la lluvia no me alcance. Él decide llamar el taxi, y en unos microsegundos, se detiene uno a un lado de la acera. Ji-Hu me abre la puerta de la parte trasera, y entro. Él entra después de mí, y luego le indica la dirección al taxista, quien sólo asiente y se dirige en seguida a nuestro destino.
Ninguno de los dos habla durante el trayecto, y cada uno está viendo por la ventana. Yo no puedo evitar que las lágrimas se queden dentro de su lugar, y entonces, empiezo a llorar. Sorbo la nariz discretamente porque no quiero que ni Ji-Hu ni el taxista me pregunten si estoy bien, porque esa pregunta sólo lo hará peor.
Bajo mi mirada, esperando a que el ruido de la lluvia se escuche más que mis lamentos.
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Ji-Hu
Desde que nos subimos al taxi, Paris se la ha pasado mirando por la ventana. Yo no quiero preguntar nada, porque no me gustaría que ella recibiera indicios de que yo estuve presente cuando terminó con su novio. Bueno, ahora ex-novio.
No decido hablar, hasta que escucho que sorbe la nariz en repetidas ocasiones. "¿Está llorando?", pienso.
Intento tomarla de la mano, pero instintivamente, la suya huye de mi contacto. "Está bien, mensaje recibido".
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¡Estoy en la Banda!
RomanceParis Díaz es la hija perfecta, según sus padres: excelentes calificaciones, las mejores recomendaciones por parte de sus maestros y una alumna ejemplar. Sin embargo, ese sueño no es suyo. Y siente que se le acaba el tiempo para poder lograr lo que...