2 días después
Paris
Los otros dos días restantes del viaje pasaron sin advertencia: fue la misma rutina en cuanto a salir a comer, que nos tomaran fotos en dichos lugares, tomados de la mano caminando y hablando, etcétera.
Ahora, estamos a punto de aterrizar en Nueva York, donde uno de los escoltas nos comentó que El Grande tiene un anuncio para la banda, pero que nos lo hará saber en cuanto estemos los cinco reunidos.
–Paris, dije "rojo"– la voz de Ji-Hu me saca de mis pensamientos.
–¡Ah, sí! Lo siento– digo, y coloco una carta roja con el número 1 en el mazo desordenado.
–Perdóname por lo que voy a hacer– dice él, y coloca una carta de "+ cuatro" en el mazo.
–¡JI-HU!
–¡Te dije perdón!– exclama, a punto de reírse.
–¡¿Que no ves que tengo casi todo el juego en mi mano?!
A él le parece una situación divertidísima, porque se destornilla de la risa y hasta le salen unas cuantas lágrimas. Eso me contagia, y yo también termino riéndome.
–Bueno, ya– digo y tomo cuatro cartas del mazo que está boca abajo.
–¿Quién diría que jugar UNO sería tan divertido?
–Es divertido cuando estás ganando.
–Bueno, eso sí– dice Ji-Hu, al analizar sus cartas de nuevo, que son cinco.
En una de esas cuatro cartas que me obligó a tomar, veo que tengo dos cartas "+ cuatro". "¡Es hora de la venganza!", pienso.
Coloco una de esas cartas en el mazo. –Oye, pero-
Y antes de que Ji-Hu siga hablando, pongo la otra encima de la primera. –¡JA! Te comes ocho cartas– celebro.
–¡Oye, eso no se vale!
–¡Claro que sí! Tú lo hiciste hace rato– respondo.
Él hace una mueca al recordar que efectivamente, sí lo había hecho en mi contra hace un rato; cuando recién habíamos empezado a jugar.
–Bueno, ¿qué color quieres?
–¿Cómo?– pregunto.
–Una de tus cartas es para elegir el color. ¿Cuál quieres?
Lo medito. "¿Cuál será el color que menos tenga Ji-Hu?", pienso. –Mmm, elijo... ¡amarillo!
–Rayos– murmura, y pone una carta amarilla con el número seis en el mazo.
Yo comienzo a reírme, porque casi todas mis cartas son de las flechas de reversa, lo que significa que puedo seguir poniendo cartas hasta que se me acaben de ese tipo. Finalmente, juego mi última carta, que es una con un uno y que es amarilla.
–¡No!– exclama y deja caer sus cartas en la mesita del centro.
Extiendo mi mano en su dirección. –Buen juego– digo.
Ji-Hu toma mi mano, y la sacude. –Buen juego, pero-
Y en eso, jala mi brazo para tumbarme encima de él, y comienza a hacerme cosquillas en el abdomen. –¡BASTA, no puedo respirar!– grito, mientras me muero de la risa.
–¡Esto te pasa por hacer trampa!
Casi que me ahogo de la risa. –¡Yo no hice trampa! – y sigo riéndome.
Intento zafarme del agarre de Ji-Hu, pero en eso, siento sus brazos con mis manos y noto lo trabajados que están, lo que significa que es inútil todo lo que haga: no podré zafarme tan fácil.
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¡Estoy en la Banda!
RomanceParis Díaz es la hija perfecta, según sus padres: excelentes calificaciones, las mejores recomendaciones por parte de sus maestros y una alumna ejemplar. Sin embargo, ese sueño no es suyo. Y siente que se le acaba el tiempo para poder lograr lo que...