Hay un barullo a lo lejos. Parece que es un grupo grande de personas... ¿hombres? ¿Mujeres? No logro distinguir entre tantas palabras dichas y risas saliendo de manera esporádica.
"¿Estoy en un bosque? Que mejor dicho, parece ciudad", pienso. Sólo sé que estoy en un lugar que es la mezcla de visitas pasadas capturadas por mis ojos. Tal vez estoy...
–No podrá ser parte de esto, y ustedes lo saben– logro distinguir una voz. Ya es familiar para mí, ¿eso creo?
–¿A qué te refieres? Sólo es cuestión de tiempo y aprenderá– muy bien, sé que esa voz es distinta.
–Nosotros tardamos años en aprender. ¿Qué te hace pensar que ella lo logrará en meses?
–Típico que subestimes a los demás, ¿por qué no me sorprende?– otra voz diferente.
–Yo les recomiendo bajar la voz o dejar de hablar, que nos puede escuchar– y una voz más. ¿Cuántas faltan?
–No me importa que nos escuche. Serán crueles con ella; es incluso un acto de misericordia.
–Dudo que necesite eso de nosotros, y la decisión ya fue tomada. No podemos hacer mucho, si quisiéramos.
¿Estoy...? ¿Estaba..? Pero en eso, escucho que la puerta de mi habitación se abre.
–Paris– escucho a mi madre susurrar.
Me siento desorientada. "Entonces estaba soñando", pienso. Gruño en respuesta; quizás mi mamá quiera que le prepare el té. Sólo confía en mí para esa tarea, después de que mi padre rompió la tetera automática.
–Aquí está... emm...
–¿Quién, má?– pregunto, ya tratando de despertar.
–Tus amigos– dice con voz baja.
Oh, aquí vamos otra vez.
–Amigas, mamá. Son amigas– le digo molesta.
–Como sea, aquí están. Para que por favor te vistas y las atiendas. Yo tengo que ir a dar unas cuantas consultas y tu padre está haciendo doble turno– dice y cierra la puerta, anunciando su salida de mi habitación.
¿Hasta cuándo dejará de tratar así a Abby? No es tan difícil de comprender, y es algo que se lo he explicado un millón de veces. Ahora sé que es cierto eso que dicen: muchas veces, la verdadera familia se escoge.
Tomo una sudadera que se encuentra al borde de mi cama, me la pongo junto con mis zapatos y salgo de mi habitación para recibir a mis amigas. Teniendo en cuenta lo temprano que es, de seguro querrán que les prepare un té (igual que mamá).
–¡Paris! Buenos días, dormilona– me saluda Abby.
–¿Sí saben la hora que es, verdad? Es casi un pecado que estén aquí, y eso que soy pasante de medicina– le respondo un poco ronca. Supongo que no me he despertado al cien.
–Sí, sí. Lo sabemos. Vinimos porque anoche nos enteramos de una noticia que necesitas saber– dice Rosette.
–Ah, entonces supongo que no quieren el té– digo un poco desanimada.
–¡Olvida el té! Ya díganselo– dice Abby emocionada.
Tengo el presentimiento de que esto no saldrá bien...
Espero a que Rosette o Iris digan algo, pero las dos se miran entre ellas, con dudas en sus ojos y emoción en su boca. Noto que la expresión de mi rostro cambia a confusión.
–¿Me van a decir o no? Para regresarme a mi habitación– digo impaciente.
–¡UP! lanzó un concurso para encontrar a su quinto miembro!– gritan Rosette y Abby.
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¡Estoy en la Banda!
RomanceParis Díaz es la hija perfecta, según sus padres: excelentes calificaciones, las mejores recomendaciones por parte de sus maestros y una alumna ejemplar. Sin embargo, ese sueño no es suyo. Y siente que se le acaba el tiempo para poder lograr lo que...