Capítulo 47: Lugar de Partida

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Paris

Inmediatamente me separo de Ji-Hu, cuando me doy cuenta de lo que estoy haciendo.

–No, no, no. Perdóname, no sé qué me sucedió– es lo único que puedo alcanzar a decir, en un susurro.

Pero él vuelve a atraerme hacia sí. –Bien sabes qué es lo que pasó– dice por lo bajo.

Intento separarme de nuevo. –Esto... lo que acaba de pasar es... un error.

–Claro que no. Tú me correspondiste– dice Ji-Hu, y vuelve a buscar mis labios.

Sin embargo, me alejo y logro zafarme de su agarre. –No, Ji-Hu. Esto nunca debió pasar.

Él vuelve a buscarme con sus brazos, y me abraza fuertemente. –Por favor, no digas eso...

–Ji-Hu, por favor-

–No, Paris. No lo entiendes– me interrumpe.

–¿De qué hablas?

Ji-Hu corta el abrazo, y toma mi rostro en sus manos. –Desde el momento que te vi en la pantalla de mi computadora, has estado en mi cabeza día y noche. Mi alma, mi cuerpo y mi mente me ruegan todos los días que esté cerca de ti, y ahora que acabo de vivir el mejor momento de mi vida al besarte, no puedo dejar que te me vayas. No puedo, Paris.

Sus palabras me dejan sin aliento, y en verdad no sé qué puedo contestarle. –Ji-Hu...

Él busca mis labios de nuevo, y antes de que me vuelva a robar otro beso, susurra: –Me vuelves loco, Paris.

Yo genuinamente intento no dejarme llevar por la situación, pero parece que mi cabeza y mi cuerpo no se ponen de acuerdo: mis labios siguen el juego de Ji-Hu, mientras que por mi mente sigue pasando la misma frase en grande: DEJA DE BESARLO.

Luego de unos segundos, mi cuerpo reacciona y lo único que puedo hacer es empujar a Ji-Hu, y salgo corriendo de mi habitación. Escucho que me llama desde la distancia, pero yo lo único que puedo hacer es correr hacia el elevador de proveedores, y marco la Planta Baja. Cierro el ascensor antes de tiempo, y sólo espero que Ji-Hu no venga detrás de mí.

Me siento sucia, culpable... pero sobre todo, mentirosa. ¿¡Cómo se me ocurre hacerle esto a Daniel, quien acaba de darme otra oportunidad!? Toda esta lluvia de pensamientos, o mejor dicho una tormenta, acaba por hacer efecto en mi cuerpo: las lágrimas comienzan a salir intempestivamente, y mis piernas ya no pueden sostenerme más, lo que causa que me deje caer en el piso del elevador.

La cabeza me da vueltas, y las náuseas empiezan a hacer su entrada triunfal en mi estómago.

¿Me lo merezco? Es muy probable que sí.

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Ji-Hu

–¡¿Paris?!– vuelvo a gritar, pero ya no escucho ninguna señal de ella. 

"¿Dónde se habrá metido?", pienso.

–¿Qué te pasa, Ji-Hu? ¿Porque gritas a estas horas de la mañana?– oigo la voz de Akil, quien está detrás de mí.

Me giro para verlo. –Ay Akil... creo que...

–¿Qué?– pregunta somnoliento.

–Necesito hablar contigo, pero no te molestes conmigo por lo que acabo de hacer.

–¿Pues qué hiciste? ¿Mataste a alguien? Porque ya sabes que cuando te digo que estaré para ti siempre, no me refería a esos asuntos...– dice mientras se le escapa un bostezo.

¡Estoy en la Banda!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora