El salón está lleno: alcanzo a ver algunas celebridades conocidas, otras que no tengo idea de quiénes sean pero que se ven conversando agradablemente, meseros atendiendo las órdenes de bebidas y alimentos, y El Grande hablando animadamente con el demás equipo de King Entertainment.
La música es clásica, como si estuviéramos en otra época, y esto se resalta por los atuendos de los invitados; elegantes y enigmáticos, como lo muestran en las películas más Hollywoodenses. Me ensimismo con el ambiente tan glamoroso y refinado, pero lo que me mantiene conectada a la tierra es el brazo de Arabella enredado con el mío.
–Es muy bonito, ¿no crees?– me pregunta ella.
Asiento. –Es como mágico; enigmático.
Seguimos paseando por el salón. –Estoy acostumbrada a este tipo de eventos, como sabrás. Espero que puedas acomodarte bien este tipo de ambiente. Sería una pena que no lo lograras– dice, con un tono un poco falso.
Asiento, de nuevo. –No te preocupes por mí; sé a lo que me metí.
–¿Sabes? Tuve la oportunidad de ver la página del concurso y la verdad, estoy bastante impresionada.
–¡Gracias!– me emociono. "Tal vez no es el estereotipo de chica mala", pienso.
Me mira sonriente. –Nunca aclaré a qué me refería, ¿o sí?
Huyo de sus ojos color miel. –Oh– alcanzo a responder.
Y se ríe estruendosamente. –¡Es broma! Estoy jugando. Por supuesto que me refería a ti.
Sonrío incómoda. –Gracias, en verdad.
–No tienes nada que agradecer. Todo mi equipo votó por ti, y veo que sirvió de algo.
–Supongo que sí– digo.
–Por eso te quiero pedir una cosa– y me gira bruscamente para quedar frente a ella.
Es más alta que yo por unos cuantos centímetros, y además está usando tacones ahora mismo. Su mirada ya no es amigable: es intimidante, retadora y hasta cierto punto, peligrosa. Sus ojos miel se acaban de transformar en dagas muy filosas, listas para apuñalar a quien se cruce en su mirada.
–Haz que esta oportunidad valga la pena. No hagas aquello que puede usarse en tu contra.
–S-sí, ese es el pl-
Se ríe. –No me estás entendiendo. Me refiero a Ji-Hu.
Mi semblante cambia; lo puedo sentir. –¿De qué hablas? Él ni siquiera me-
–No me interesa lo que tengas que decirme o las excusas que te quieras inventar en tu cabecita. Te lo pondré muy claro, y ya sabes que sobre aviso, no hay engaño: Ji-Hu es MI pareja. Peleé muchísimo para que pudiéramos iniciar nuestra relación y como adivinarás, no me gusta compartir lo que es mío.
Sólo la miro, porque ninguna palabra o sonido se atreven a salir de mi boca. Ella, por su parte, me deja de sostener los hombros.
–Bien, creo que ya dejamos las cosas en claro, ¿verdad? ¿Te parece bien volver a la fiesta?– y se va hacia donde están los chicos. Pero, yo me quedo en el mismo lugar, todavía analizando y repasando lo que acaba de suceder.
¿Está celosa? ¿Tiene miedo a que surja algo entre su novio y yo? Porque yo estoy segura de que NO va a suceder, y menos después de cómo me ha tratado estos días; se me quitaron las ganas de seguir intentando entablar una relación cortés entre compañeros. Además, yo no puedo coquetear con alguien más, si ya estoy saliendo con Daniel. Bueno, "saliendo", porque no hemos ni salido ni platicado más allá de lo de mi residencia. ¡Argh! Me hubiera encantado decirle a Arabella que no tiene nada de qué preocuparse porque yo también estoy en una relación, pero no puedo arriesgarme a dejar cabos sueltos... Fue tan difícil llegar hasta donde estoy al armar quién sabe cuántos planes para que nadie me descubra, y añadir otro sería algo de locos.
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¡Estoy en la Banda!
RomanceParis Díaz es la hija perfecta, según sus padres: excelentes calificaciones, las mejores recomendaciones por parte de sus maestros y una alumna ejemplar. Sin embargo, ese sueño no es suyo. Y siente que se le acaba el tiempo para poder lograr lo que...