Capitulo 14.

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Pov... Mati.

En la tarde la gran travesuras de Enzo llegó a su casa, el auto que rato con la llave y el auto que me había gustado.

Enzo le regaló el carro que había rayado con la llave  a Edu.

-Estás son tuyas.-Me dió el carro rojo a mi.

-Es una belleza de Mazda.-Dijo el padre de Enzo.-Sube, prendelo.

Tome la llaves y bese los labios de Enzo.-Gracias, alfa pelón.

Enzo se carcajeo y me subí al coche, puse la llave en el lugar y lo encendí, esté hizo un profundo arranque y yo sujete el volante con mis manos.-Ve a dar una vuelta al rededor, el patio es grande.-Dijo Enzo.-Maneja con cuidado.

La fuerza de arranque del auto era parecida a la de un carro de fórmula tres así que no era poco, hice un cambiecito de marchas y la vuelta al patio de Enzo le quedó corto al carro.-Upa, que es veloz.-Dije saliendo del auto.

-No sabía que conducias así.-Me miró Enzo.

-Enzo, de eso se trata.-Dijo su padre.-Que lo sigas conociendo, no sería una relación si supieras todo de el, cada día se conoce más a una persona.-Enzo asintió.-¿Qué opinas de tú auto, Matías?, como lo clasificarias.

-Tiene el arranque de un formula tres, pero la velocidad final de un formula dos, es un buen auto, para una carrera o bueno también para calle si se maneja con precaución.

La razón por la que me había quedado viendo al auto en la vitrina no era solo por qué me gustará, también fue la conversación sobre mi padre con el señor Vogrincic la que me hizo anhelar esos instantes y pequeños momentos dónde mi padre me enseñó algo, por qué si, nos abandono, no estuvo a ahí cuando aprendí a montar en bici o cuando me caí, pero si me enseñó a manejar un auto de fórmula, cuando tenía momentos de bondad una vez al año en vacaciones  y nos visitaba, fui el único que quiso aprender a escondidas de mi madre, quizás solo quería que me amara como a sus otros hijos, o quizás solo buscaba la aprobación paterna que jamás llegó, pero si aprendí algo valioso y es qué la conducción era similar a la vida, uno debía seguir una meta y enfocarse hasta pasarla.

Quizás mi padre no me enseñó nada por la bondad de su corazón, como decía Enzo cuando alguien hacía algo para perjudicar o haciéndose el bueno, tal vez el me enseñó a conducir para darme migajas del tiempo que compartía con su verdadera familia, pero aún así estaba agradecido.

Enzo y yo guardamos el coche y subimos a la habitación.-¿Quien te enseño a conducir?.-Mire a Enzo.

-Mi padre.- Tal vez no le contaría quien era, pero no iba a mentir respecto a que había sido el.

-Vaya, eso no me lo esperaba.-Sonrio.-Bueno, cambiando de tema, ibas a mostrarme algo que te compraste y no te Vi puesto.

-Si.-Sonrei.-Tu madre me ayudó a escogerlo pero me hizo prometer que no te lo diría.-Me reí.

-Buenos, quiero ver, que es.-Camine con la funda de ropa al baño.

-Te lo voy a mostrar.-Me cambie algo nervioso, lo que habíamos comprado con la madre de Enzo era muy muy indecoroso, y el haber contado con su apoyo fue aún más raro, pero yo quería provocar a Enzo y su madre no sabía qué aún no había pasado nada entre los dos, así que no le importó ayudarme a comprar un poco de ropa Omega provocativa, era una tipo camisa de lino blanco, casi transparente, se cerraba pero aún así caía debajo de los hombros, y llevaba una transparencia en la parte del vientre, para la parte de abajo en realidad no había más qué una pequeña ropa interior del mismo tono transparente, me mire en el espejo, esperaba que a E zo le gustará, en serio esperaba que no pensará que parecía una ramera o algo de eso.

REFLECTORES EN EL HIELO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora