Y él también estaba caliente. La apretó contra sí y la tomó del cuello para besarla; mientras las manos de ella le desabrochaban el pantalón y buscaban su miembro erecto y vibrante.
Sabían ambos que no contaban con mucho tiempo, estaban en un baño público y en cualquier momento podría intentar entrar alguien, pero de todos modos sabían que tampoco necesitaban de mucho tiempo para satisfacer ese deseo.
Sin dejar de besarla, Lucas la subió al borde del lavamanos, que estaba a una altura estratégica para ser utilizado por una persona en silla de ruedas, y la penetró con decisión, dirigiendo con la mano su tremenda erección hacia el interior de ella. Jimena soltó un gemido apagado en su cuello, y se aferró con fuerza de la carne de los brazos de él, ahogando los gimoteos del placer para no ser escuchada.
La estaba embistiendo sin ningún tipo de cuidado, desquitándose en ella de todo lo reprimido en esos días, y sin más se vino dentro de Jimena, apretándose contra ella con fuerza, resoplando un quejido contra su mejilla, mientras con la mano izquierda la retenía del cuello contra su cuerpo.
La sensación de que algo subía por su interior hizo que Lucas se alejara hasta el retrete y se encorvara para vomitar. Descargó en algunas arcadas una lluvia de vómito con sabor a soda y limón.
Jimena se acomodó la ropa y salió rápidamente del baño, temía que el olor la hiciera vomitar también a ella, de hecho se apresuró a salir corriendo hacia el exterior para que el aire frío le despejara la cabeza.
Lucas se enjuagó la boca, y también la cara. Una puntada intensa en la cabeza lo hizo apretar fuerte los ojos. Tenía que admitir que no estaba acostumbrado a beber alcohol.
Salió del baño de discapacitados y vio a Jimena en la puerta del bar, con la bufanda roja entre los brazos y los ojos cerrados de cara al viento. Salió él también del bar y se disculpó con ella.
— ¿Me puedo quedar a dormir en tu casa? — Preguntó Jimena, con la voz ronca por el alcohol, mientras apoyaba la cabeza en su pecho.
Lucas inhaló profundamente.
— Lo mejor es que vuelvas a tu casa... — sugirió, y la separó de su pecho por los hombros y la miró a los ojos.
Ella hizo puchero, pero Lucas no se conmovió, y detuvo un taxi en la avenida para ella.
— Hasta mañana. Avisame cuando llegues. — Le dijo, y cerró la puerta del taxi para asegurarse de que realmente se iría.
— ¡Esperá! — Exclamó ella, desde adentro del taxi, y bajó completamente la ventanilla. — Dame la mano. — Le pidió.
Él, consternado, le tendió la mano derecha y ella deslizó por su mano una pulsera de cuentas y le sonrió.
_ Hasta mañana. — Dijo ella, con una sonrisa, y el taxi arrancó.
Era noche cerrada y hacía frío, le dolía la cabeza y se sentía fatal, sólo lo consolaba que estaba cerca del edificio. No estaba lo suficientemente abrigado, así que metió las manos en los bolsillos y caminó a toda velocidad hasta su apartamento.
Subió en el ascensor mientras se masajeaba el entrecejo, aún tenía el estómago revuelto, y al llegar a su piso recordó que le había dicho a Nayla que solamente iba a tardar media hora. Se golpeó la frente con la mano y miró el celular, eran casi las diez de la noche.
Soltó un insulto al aire y entró al apartamento de Nayla. Todo estaba a oscuras y caminó con el corazón acelerado hasta la habitación de ella. Pudo respirar cuando la vio dormida, aún con la serie emitiéndose en la pantalla, pero con el sonido bajo.
Se quedó unos segundos controlando que ella estuviera respirando y luego volvió a la sala, se sacó el calzado, dejó los lentes y el celular sobre la mesita de café, y se acostó en el sofá de cuero marrón con el antebrazo derecho sobre los ojos... y a los pocos segundos estuvo profundamente dormido.
Nayla no dormía, fingía que lo hacía, lo había estado esperando durante horas, preocupada a más no poder, y le había envíado dos mensajes, en uno le preguntaba si estaba bien y en otro si lo esperaba para cenar. Su angustia sólo disminuyó cuando lo oyó entrar otra vez, y ahora, con los ojos cerrados fingiendo dormir, escuchaba atentamente todos los sonidos de la casa, pero ninguno le llegaba, todo estaba en completo silencio.
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Nido de cigüeña
RomanceNayla está embarazada y no sabe quién es el padre... aunque tampoco le importa. Lucas no tiene suerte con las mujeres y eso lo hace sentirse desdichado. Un mal entendido los hace conocerse y hacer un pacto para matar la soledad de ambos 🚫LECTURA P...