59: Tres días

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— Hay un montón de estas cositas tiradas en el piso del baño. — Dijo Nayla después de volver del baño, entre los dedos tenía unas mostacillas tomadas al azar del piso.

Lucas frunció el ceño, no tenía idea de qué eran, hasta que tomó una entre los dedos y recordó el regalo de Jimena.

— Qué raro... se debe haber roto cuando me la saqué. — Murmuró, haciendo girar la mostacilla roja entre los dedos.

— ¿Qué era? — Preguntó Nayla, fingiendo inocencia y ocultando cinismo.

— Nada, un souvenir. — Mintió Lucas, y Nayla sonrió. No le importaba la mentira, porque había visto que a Lucas no le interesaba en lo más mínimo.

Lucas le había dicho que gustaba de ella, y si bien eso era mucho, no era del todo suficiente para alejar a aquella otra que lo llamaba a cualquier hora del día... y pensando en llamadas, su celular sonó en una videollamada: era su madre desde sus vacaciones en México.

Estaba radiante y bronceada, y verla la hizo feliz. Cómo estaba en la casa de Lucas, se arrinconó contra una pared blanca para que Bárbara no notara que no estaba en su apartamento.

— Hola, má. — Saludó Nayla, y recibió el efusivo saludo de su madre. — Acabo de pedir una hamburguesa, estoy esperando a que llegue. — Respondió ante la pregunta de su madre sobre qué hacía.

— Tenés que alimentarte mejor, estás comiendo horrible, en cuanto llegue vamos a comer todo orgánico.

Nayla bufó, conocía a su madre subida a alguna moda de alimentación, ejercicio, meditación o cualquier cosa parecida.

— No pongas esa cara, en tres días estaré ahí y festejamos tu cumple. Ya hice una reserva que te va a en-can-tar, tengo todo planeado.

Era imposible no escuchar a Bárbara hablar, principalmente porque hablaba a los gritos y estaba en altavoz. Inmediatamente Lucas se fijó en el calendario de su celular qué día iba a ser en tres días.

— Ma, ya llegó la hamburguesa, te corto. ¡Divertite! — La interrumpió Nayla y después de decirle "bye bye" cortó la llamada. Suspiró profundamente, aliviada cuando la pantalla de su celular estuvo apagada otra vez.

— ¿En tres días es tu cumpleaños? — Preguntó Lucas.

— No, el 17. — Corrigió Nayla después de fijarse en la pantalla de su celular qué día era. — Mi mamá llega en 3 días.

Lucas asintió con la cabeza, eso significaba que solamente tenía tres días para vivir con ella... el tiempo se le había pasado volando. Y rápidamente cayó en cuenta que en cuatro días ella iba a cumplir dieciocho años.

Sonó el timbre avisando que habían llegado las hamburguesas, y Nayla sonrió de felicidad. Comieron en la casa de Lucas, viendo en Netflix la serie con la que Nayla estaba obsesionada, y a pesar de que ella intentó contarle la trama de cada personaje, era imposible seguir el hilo, de hecho, Lucas ni siquiera podía diferenciar un personaje de otro: para él eran todos la misma persona.

También descubrió que Nayla comía las papas fritas con ketchup y no con mostaza como él hubiera imaginado, y que no le gustaba el bacon, porque se lo sacó a la hamburguesa y se lo dio a él sin apartar la vista del enredo argumental de la serie que veía.

— ¡Me muero si le confiesa ahora que asesinó al hermano! — Gritó ella en un momento, paralizada con una papa en los dedos.

Lucas trató de mantener la seriedad, pero le parecía imposible que alguien pudiera engancharse con una serie tan disparada como esa y se rió por lo bajo de toda la escena.

Al final, por una distracción, ningún personaje confesó ningún asesinato y Nayla se desilusionó un poco.

— ¿Hay algo rico? — Preguntó. Ya había terminado su hamburguesa y sus papas fritas.

— Hay helado en tu casa y chocolates. — Le recordó Lucas.

— Los voy a buscar. — Avisó ella, decidida, pero Lucas no la dejó moverse y fue él.

Aprovechó la soledad en la casa de ella y buscó entre sus zapatos cuánto calzaba. Desde que sabía que en cuatro días cumpliría años su mente buscaba a toda velocidad un posible regalo y era mejor saber de antemano algunas cuestiones. Revisó los tipos de calzado que Nayla tenía y anotó los dos números que se repetían en todos los pares.

Le sacó fotos al neceser con maquillaje y a las cremas que guardaba, por si necesitaba alguna referencia y volvió a su apartamento con el helado y los chocolates para Nayla, pensando en qué podía regalarle para su decimoctavo cumpleaños.

Nido de cigüeñaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora