81: Nadie tiene la culpa

183 20 3
                                    

Inmediatamente ella le preguntó, Lucas supo la respuesta y le envió un mensaje a Nayla preguntándole si las flores las había envíado ella.

— Sí... pero no se lo digas. — escribió de vuelta Nayla ante la pregunta de Lucas si ella había enviado las flores para Jimena.

Jimena lo miraba esperando una respuesta.

— ¿Quién las mandó? — preguntó

— Mi novia. — admitió él con pesar, no iba a mentir.

Jimena miró las flores y pensó un momento qué hacer; supo que había sido ella la que había atendido el teléfono de Lucas cuando había llamado la noche que se sentía mal, y que si ella fuera realmente una mala persona hubiera cortado la llamada y bloqueado el número, y sin embargo había atendido y le había avisado a Lucas, que ahora estaba ahí con ella. No podía construir una imagen negativa de esa mujer, no con esos antecedentes, y mucho menos ahora, con las flores en las manos.

— Dale las gracias de mi parte. — murmuró Jimena, con la vista en el ramo floral.

Lucas asintió con la cabeza y le escribió a Nayla.

— Le dije la verdad, Jimena te agradece las flores. — envió el mensaje y pensó que eso acabaría ahí, pero Nayla llamó al teléfono de Lucas y él atendió rápidamente.

— Preguntale a Jimena si puedo decirle unas palabras. — pidió Nayla.

Lucas no lo sabía, pero Nayla se moría de nervios, una parte de ella quería que Jimena rechazara la llamada, y otra parte quería que la atendiera.

— Jimena... emm... Nayla, mi novia, pregunta si puede decirte algo. — dijo Lucas en voz alta, con el teléfono pegado al pecho.

Jimena dudó. Pensó un momento antes de aceptar o declinar la conversación, pero después de pensar resolvió que no tenía sentido no escuchar lo que tenía que decir esa mujer.

— Hola. — saludó Jimena, sin estar segura qué tono de voz usar, y puso a Nayla en altavoz por las dudas que la conversación se saliera de control.

— Hola, yo... bueno, quería saludarte y desearte fuerza en este momento. Me imagino que lo que estás pasando es horrible y muy doloroso, pero nadie tiene la culpa, no hay nada que pudieras haber hecho diferente para que esta situación no pasara... solamente tenemos que agradecer que todo salió bien para tu cuerpo en la cirugía y... que lo siento mucho y... espero que te recuperes pronto físicamente y que... este... también te recu... no, que también puedas procesar esto a tu tiempo, ¿si? nada, eso. — Nayla estaba nerviosa, sabía lo que quería decir, pero no estaba segura de si había usado las palabra adecuadas.

Jimena lloraba del otro lado, tapándose la boca con la mano izquierda.

— Muchas gracias por las flores y tus palabras. — dijo lentamente y le dio el teléfono a Lucas.

Lucas, que había escuchado las palabras de Nayla, volvió el audio de la llamada normal, se puso el teléfono en la oreja y se alejó un poco de Jimena para hablar.

— Mañana vuelvo a casa, al menos para abrazarte, esperame, por favor.— le pidió en voz baja. — Te amo.

— Acá voy a estar, también te amo — respondió ella.

La extrañaba con locura, pero no podía irse y dejar a Jimena así, tenía que quedarse con ella.

— Es muy buena. — reconoció Jimena, con la vista baja. — Elegiste bien.

Lucas no respondió, porque no tendría sentido admitir en voz alta todo aquello que por Nayla sentía.

Entre tanto, Nayla se mordía el labio inferior preguntándose si había hecho bien en hablar con Jimena. No estaba segura de haber dicho palabras certeras, pero sí muy sinceras. Ella era madre, o estaba apunto de serlo, y pensar en que de la noche a la mañana su bebé no existiera más le provocaba angustia... Aún cuando en algún momento había fantaseado que fuera así, ahora no podía concebir, siquiera, la idea de no tener a su bebé con ella.

Se acarició el vientre, pronto -demasiado pronto- nacería. Ese bebé ni siquiera tenía nombre a pesar de tener un sexo definido, de hecho, tendría poquísimos objetos personales, apenas si ropa y nada más, ni siquiera había querido comprar una cuna.

Pero la idea de que no tuviera nombre la mortificó más que nada el mundo: un bebé sin nombre que no podría ser llamado de ninguna manera en la ausencia. El bebé de Jimena no había llegado a tener nombre... ¿o sí? ¿o acaso su madre había pensado ya un nombre para ese niño que no habría de nacer?

Se puso a llorar mirando por el ventanal pensando en todas esas cosas, pensando principalmente que si su hijo no nacía solamente podría recordarlo mencionando como "bebé" y que si nacía de todos modos no iba a tener manera de saber sobre su pequeño hermano o hermana que no había nacido, porque no había nombre para llamarlo. 

Nido de cigüeñaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora